El “picudo” del ruido llega hasta Cort

Jaume Garau

Ustedes saben que es el picudo. Este escarabajo que ha ido infectando miles de nuestras palmeras hasta destruirlas por completo. Se acordarán que fue declarado enemigo número uno por todas las autoridades públicas, empresas privadas de jardinería y los ciudadanos que poseían ejemplares a los cuales se les subvencionaba el tratamiento. Ya hace cierto tiempo que la plaga está controlada aunque eso si, se debe tener cuidado y tratarse preventivamente durante todo el año.

El ruido nocturno parece que es similar al picudo. Hace unos días estaba en la plaza de Cort, sentado en la terraza de un hotel boutique, cuando de repente empezó a sonar una música estridente en un tono tan alto que inundaba toda la plaza. Automáticamente pensé, “lo que faltaba, lo que hace años se desarrolla en muchos otros sitios de la ciudad, especialmente en la Lonja, también ha llegado hasta aquí en el centro-centro de la ciudad, delante de las narices de los gobernantes que tienen que evitar el desarrollo de la epidemia del ruido”.

Hablando con el encargado del bar-hotel nos dijo que la música era un atractivo que el hotel ofrecía para animar la ciudad los jueves y los viernes por la noche y que nadie hasta ahora se había quejado. Algunos de nosotros le dijimos que o bajaba la música o nos traía el libro de reclamaciones. Un poco después di una vuelta por la plaza y me di cuenta de los pocos vecinos que deben vivir en la misma. O sea, que el trabajo anterior al fenómeno ya estaba hecho, quedaban pocos vecinos que protestasen. Cort es uno de los barrios más gentrificados de la ciudad.

Seguramente habrán leído docenas de noticias del problema del ruido en barrios de la ciudad como el Terreno, Santa Catalina, La Lonja, Canamunt y otros. Pero también en otros puntos de las islas como el barrio de Santa Catalina del puerto de Sóller, el centro de Pollença, de Alcúdia, de Manacor y seguramente en muchos de los centros históricos de la isla. 

El problema del ruido nocturno es de las primeras quejas de la ciudadanía a su ayuntamiento y causa miles de intervenciones de la policía a lo lago del año. A esto, hay que sumarle los cientos de miles de ciudadanos y ciudadanas que ya padecen ruidos molestos a causa del tráfico de coches, trenes y aviones, según el mapa estratégico de la ciudad del 2015. Estamos delante del ruido que es como una epidemia muy importarte que causa mucho dolor y sufrimiento, como bien saben los que lo padecen y las autoridades sanitarias. El ruido mata a 16.600 personas al año en Europa, según la Agencia Medioambiental Europea. 

Hay que insistir en que sobrepasar los límites de ruido permitidos está penado por ley y los gobernantes que no protegen a la población pueden ser causa de juicio y de condenas amplias y cuantiosas, como así consta en muchos casos juzgados, normalmente por un delito medioambiental o por prevaricación, cuando no se actúa contra el infractor de manera proporcional al mal que causa.

Las preguntas que me vinieron a la mente la otra noche fueron: ¿por qué un hotel de alta gama, con precios muy altos, en la plaza más conocida de Palma y sede del Ayuntamiento, elige una estrategia comercial más bien habitual en los bares de Magaluf o Arenal? ¿Cómo puede ser que el «picudo del ruido» haya llegado hasta ahí? ¿Se ha dado cuenta el govern de Cort? ¿Y la oposición? ¿Le han dado licencia para hacer música en vivo por la noche? ¿Se la darán al hotel vecino si la pide? 

Está claro que la estrategia es la misma en todos los lados. Por una parte se vende un producto diferente de la competencia, la «música en vivo» atrae a gente con más marcha y que consume más. Por otra parte, se adorna con la justificación social de “animar” la ciudad que está muerta por el Covid. Una tercera argumentación, que aunque no la dicen, la sabemos, es que las autoridades serán permisivas si ajustamos los horarios bien y somos buenos chicos y no ponemos la música a tope.

Hemos dicho en otras ocasiones que este no es el camino para mejorar el turismo y el ocio de la ciudad. La estrategia para tener un buen turismo sostenible es tener una buena ciudad. Una ciudad que sea naturalmente atractiva por sus residentes, sus comercios, por sus calles, edificios y monumentos, por sus instituciones y sus asociaciones. Por su historia y su manera de presentarla. Por su seguridad y su limpieza. Por su tranquilidad y animación, que se haga de una manera que no moleste a los vecinos y vecinas. Esa es la estrategia que no acaba de desarrollarse en Palma. Y así estamos.

Si queremos combatir el ruido cono hicimos con el picudo, tenemos que actuar de forma preventiva y en aquellos casos donde aparezca, hacerlo con un tratamiento contundente, con múltiples técnicas y con todo el apoyo ciudadano necesario.

*Article publicat a Última Hora el 20/09/2021.

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