Vuelvo al lugar
donde dejaste anidada una sonrisa,
calcinado un corazón de algas,
prendida a la silla una saeta de luz.
Y bajo la catedral
un pináculo se alza puerilmente
intentando alcanzar nubes y cielo,
y pienso: ese soy yo.
Bajo la Almudaina
unos merletes se alzan inocentes
intentando defender a los hombres de los hombres,
y digo: ese soy yo.
Bajo el cielo encapotado
un hombre encorvado, indiferente,
sigue su camino deslavazado.
Y lloro y grito y te espero: ese también soy yo.
Emili Sánchez Rubio
(poema inclòs a Pàjaros de Fuego)