Una de gatos

Una de gatos

Una de gatos

Ilustración: Toni Salvà.

Hoy pienso en lenguaje miau. Palma no permite mantener gatos así como así, multa a quien les arroja migas en platillos de cartón o envases de tupper. El argumento no es otro que evitar la expansión minina por la ciudad. Permite las colonias de felinos controladas. Eso sí. Hoy no pienso en felinos anónimos sino en tres muy famosos: el gato de Cheshire de Alicia en el país de las maravillas, el gato de Schrödinger y El Gatopardo de Giuseppe Tomasi de Lampedusa. Sus maullidos llevan unos días rondando en la extrañeza en la que vivo. ¡Miau!

De alguna manera, los tres gatos son ejemplo de lo raro que es vivir. Uno incluso, el del científico Schrödinger sirve para explicar una de las grandes paradojas del mundo cuántico: el estar vivo y muerto a la vez. De la misma manera, el personaje de Lewis Carroll tiene la posibilidad de aparecer y desaparecer, de desdibujarse y tan solo dejar a la vista su sonrisa saltona ante una atónita Alicia. Y, por último, el sigiloso Gatopardo deambula por la árida Sicilia intentando comprender porqué se está acabando el mundo como él lo ha conocido siempre. Los tres están maullando su nueva normalidad. 

Al físico Erwin Schrödinger no le convencía nada el llamado principio de superposición de la  mecánica cuántica según la cual una partícula cualquiera, por un ejemplo un átomo, existe en dos estados distintos al mismo tiempo. Para desmontar esta ley que a Einstein tampoco le agradaba, de ahí surgió su famosa sentencia “Dios no juega a los dados”, Schrödinger ideó un experimento mental: colocó un gato dentro de una caja estanca con un veneno mortal conectado a un dispositivo que posibilita que el frasco con la pócima se abra. Las posibilidades de que el minino muera o siga vivo son del 50 por ciento, o lo que es igual, por el principio de superposición el gato está vivo y muerto a la vez antes de que miremos. Nuestra curiosidad nos lleva a abrir la caja y con ella, matamos al animal. Como no soy física cuántica, te animo si tienes curiosidad por entender esta paradoja a destapar la caja del gato. Solo advertirte que puedes acabar liquidándolo. O no. ¡Miau!

Mientras en el País de las Maravillas un gatazo asusta a una niña llamada Alicia y en la isla de Sicilia el príncipe de Salina y su familia se convierten en espectros al abandonar Donnafugata ante la llegada de las tropas afines a Garibaldi. Estamos en plena contienda de la Unificación italiana en 1861. El exilio de esta aristocracia meridional es la metáfora que sirvió al príncipe de Lampedusa para describir lo que para él fue la nueva normalidad. 

El eco de la frase “Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi”. “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie” que pronuncia el oportunista Tancredi, sobrino del príncipe de Salina, bien puede aplicarse a estos tiempos raros. Nos la prometimos de oportunidad y está saliendo mal el experimento. Los tres felinos se han puesto de acuerdo y han formado colonia en la ciudad cuántica. Solo Alicia les alimenta porque ella también se ha desentendido de esta nada normal normalidad. ¡Miau!

Este artículo se lo dedico a Gemma Marchena que sin conocernos tuvimos una micro conversación que dio pie a parte de este artículo. Ella sabe porqué. Y se lo dedico porque es otra víctima más como yo misma de este sistema que está matando el periodismo. ¡Muchos miaus!

4 thoughts on “Una de gatos”

  1. Ángeles Jiménez dice:

    Muy bueno tu artículo! Me gusta mucho!
    El dibujo es muy interesante!

    1. Lourdes Durán dice:

      jajaja. Se lo digo al autor del dibujo…. Gracias Ángeles!

  2. Marian Miau dice:

    Miau!

    1. Lourdes Durán dice:

      Pues eso, miau y un guau guau por si acaso

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