Lo raro es normal

Lo raro es normal

Lo raro es normal

Ilustración: Toni Salvà.

Durante el confinamiento los perros sacaron a pasear a sus amos dándonos envidia a los que pensamos que los animales están mejor en el campo. Hacer la compra se convirtió en un aliviadero al encierro como lo fue salir a echar la basura. Ciudades desiertas llenas de excrementos porque muchos canes no advirtieron a sus paseantes que debían seguir recogiendo sus necesidades. Con una pandemia que nos dejó en estado de shock, qué importancia tenía recoger la heces caninas.

En la desescalada se nos permitió pasear con cronómetro. La mecánica cuántica servía para que nuestros teléfonos móviles pudiesen delatarnos si nos salíamos del perímetro acotado por el Gobierno. Estábamos en la fase 0. En el infinito.

Llegamos a la fase 1 y nos entró la sed social. Tanto tiempo de vernos en formato pantalla nos había alterado la realidad. Ya no distinguíamos los afectos y a los abrazos los suplantaron los codazos. Mascarilla mediante, celebramos volver a compartir mesa en la calle. Las terrazas de las ciudades tenían que esponjarse y para darles respiro, desde la Administración se les ocurrió matar dos pájaros de un tiro: convertir las calzadas en terrazas, librándonos de los coches aparcados frente al bar y aligerar la sangría al sector de la restauración.

Economía y ecología de tapadillo. Vayamos por partes. En el galimatías de estas medidas provisionales -miedo da porque sabemos que lo que empieza como una excepción puede acabar convirtiéndose en regla-, no se atendieron reclamaciones vecinales que llevan años en su Fuenteovejuna contra el ruido. El concejal asegura que se cumplirán los horarios, de 8 a 23 horas solo que resulta difícil creerles cuando ni se cumplen las medidas de distancia social y el personal se desenmascara a dos palmos de tus narices. Además no hay tanta policía para amonestar el incumplimiento, y tampoco se trata de vivir en un estado policial, aunque si hemos aceptado la privación de libertad ante el estado de alarma decretado por la pandemia, ¿cómo es posible que la Administración sea tan laxa y permita que algunos bares se salten a la torera ese permiso transitorio de ocupar espacio público, gratis total? Lo digo porque he visto con mis ojos cómo la terraza de turno ha colocado mesas y sillas en la acera y los ciudadanos de a pie volvemos a librar la batalla de siempre: no tenemos espacio para pasear. La picaresca de algunos les convierte en dueños de la calle siempre en detrimento del sector más débil: los viandantes.

La pandemia ha puesto en evidencia los agujeros negros del sistema y entre ellos, el desastre urbano de ciudades rendidas a la comercialización del suelo público para especular en inversiones inmobiliarias y en favor del turismo. Hagamos que las ciudades sean espacios de convivencia, libres de humos, con terrazas, sí, pero sin ruido y que también mantengan esa distancia social. ¿Hay tanta sed para tanto bar? ¿Hay bolsillo que tras el covid19 pueda permitirse un tapeo que en Palma no es a precio de Erte precisamente?

El virus es un aviso. Por si acaso, los del bar y las terrazas quieren ser declarados Patrimonio de la Humanidad. Si la Unesco falla a su favor, nos habremos librado de los coches pero seremos pasto de una ciudad bar, aunque advertidos por los científicos de nuevas pandemias, habrá que ir sorteando la distancia social a golpe de qubit. Los físicos cuánticos nos tienen preparadas unas cuantas soluciones. No es ciencia ficción.

Por si acaso, la paseante que llevo dentro sale enmascarada a la calle ahora que aún puede y pide un deseo: un debate de calado entre todos para recordar que la ciudad es nuestra. Mientras compruebo, día a día, que lo raro es lo normal.

6 thoughts on “Lo raro es normal”

  1. Joseba dice:

    Muy bueno Lourdes. Suscribo párrafo a párrafo. Lo malo es que ese debate de calado que reivindicamos hace años, seguirá esperando el sueño de los justos para quienes sabemos que la ciudad es de todos y no sólo de aquellos que piden debate solo cuando tienen todas las cartas marcadas (debate/consulta sobre las terrazas del Borne, por poner un ejemplo).

    1. Lourdes Durán dice:

      No podemos desfallecer. La lotta continua. Gracias Josefa

  2. Marciano dice:

    Acertadas palabras. En la calle donde habito, hay una lista larga de bares que antes no tenían terraza, principalmente porque la acera apenas mide 80 centímetros, y porque además los coches siempre aparcan sobre la acera. Pues vale, en cuestión de dos semanas toda la zona ha sido colonizada por mesas a destajo, separadores, macetas, vallas, tarimas, sombrillas, trozos de palés con macetas incorporadas y toda clase de artilugios para marcar territorio. Lo que ayer era público hoy es privado. Lo que no me parece bien, es que desde hoy a las 12 p.m. entrando en la «nueva normalidad» estos locales ya puedan aceptar a personas en su interior sin las limitaciones estrictas de hace unas semanas… ¿quién debe poner sentido común a esta situación? ¿el del bar? ¿el legislador? ¿la policía? ¿el público? ¿todos a la vez? Lo que observo es que en la ya de por si gentrificado barrio de Santa Catalina, estos límites del sentido común no parecen aplicarse.

    Tú, lector, si eres clientes de bares, respeta a los vecinos. Si explotas un bar o restaurante, aplica las normas con amor por tus vecinos. Si eres político del ayuntamiento, sé generoso y visita estos lugares, juzga por ti mismo, acepta que hay que mejorar, pero ya… pues es una pandemia, no es una cuestión de subjetividades. Si eres policía, por favor, dígnate en controlar un poco los espacios públicos.

    Con esperanza y optimismo. Palma del s. XXI puede ser otra cosa, lo primero escuchar a sus habitantes. La civilidad no es casual es causal, y tiene que ver con la convivencia y el equilibrio del usufructo de la urbe (de ahí la urbanidad).

    Salud

    1. Lourdes Durán dice:

      Toda la razón Marciano, la educación ha de ser el motor que nos mueva. Gracias por tu reflexión.

  3. Jejc dice:

    Buenísimo! Sin comentarios! Anonadado!

    1. Lourdes Durán dice:

      Y lo que te rondaré, Jeje. ¡¡¡Gracias!!!

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