La ciudad moderna: de 1900 a 1936
Palma antes del golpe de Estado

Palma antes del golpe de Estado

Palma antes del golpe de Estado

Rebobinando nuestra biografía nos damos cuenta de que no tenemos que olvidar una serie de hechos que habían pasado muy deprisa y que fueron determinantes. El 3 noviembre de 1933 el contrabandista, político, empresario y banquero mallorquín Joan March Ordines huyó del penal de Alcalá de Henares con la ayuda de la dirección. En su estancia en la prisión vivía como un rey.

Un par de semanas más tarde, la derecha ganó las elecciones generales. En las Baleares, Joan March fue el candidato más votado y consiguió escaño en el Congreso de los Diputados. El 13 de diciembre del mismo año, Emili Darder i Cànaves se convertía en alcalde de Palma. Sustituía a Josep Tomàs Rentería, destacado dirigente del Partido Republicano Federal de Mallorca. Al cabo de tres meses, el 24 de marzo de 1934, Joan March volvía de su exilio francés para tomar posesión del acta de diputado.

No hacía ni seis meses que había huido de la prisión cuando Joan March volvía a ser un ciudadano libre, sin causas pendientes y con más poder y fama que nunca. De aquella época es la célebre frase del ministro de Hacienda, Jaume Carnero, “O la República somete March, o March someterá la República». Una vez retornado a España y recobrada la plena libertad, Joan March empezó a intensificar las relaciones con la derecha y apoyó económicamente a la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), liderada por José María Gil Robles. Una de las ayudas más conocidas fue la financiación de las operaciones del traslado del general Franco de las Islas Canarias al norte África con el famoso avión Dragon Rapide. Esta inversión estratégica le daría muy buenos rendimientos en el futuro. Joan March se ganaría el apodo de “el banquero de Franco”.

Toda esta dinámica política tenía lugar en el contexto internacional de los años treinta, una década muy convulsa. Los Estados Unidos estaban en proceso de fuerte depresión económica debido de al Crac del 29, que arrastró a los países europeos, sobre todo a Alemania, la cual reaccionaría con el nazismo y Adolf Hitler se haría con el poder a principios de 1933. En Italia, el fascista Benito Mussolini también se había consolidado. En los Estados Unidos, la economía se empezó a recuperar con inversiones públicas a base de grandes infraestructuras. Alemania creció a través de una economía de guerra. En la Rusia soviética, Stalin consolidaba su poder con una economía centralizada y colectivista.

En esta coyuntura internacional se estaban enfrentando las dos maneras de entender la modernidad: el liberalismo y el igualitarismo. En España, el régimen democrático de la Segunda República (1931-1936) supuso la conquista de las libertades políticas, entre las cuales destaca el sufragio universal. Pero desde el principio, esta libertad estaba amenazada continuamente por los extremistas de izquierda y de derecha. La Guerra Civil española se puede considerar una encarnación de la pugna entre las fuerzas más totalitarias que operaban en el contexto internacional: comunismo contra fascismo.

Entre 1900 y 1940 la población de Palma casi se duplicó. En cifras redondas, pasó de 64.000 a 114.000 habitantes. El crecimiento más importante tuvo lugar en la década de los 30. Al margen del aumento poblacional, el hecho más relevante es la distribución geográfica, puesto que unas 40.000 personas vivían fuera de las murallas.

Ya por aquel entonces Palma era una ciudad moderna, adalid en muchas cosas respecto a otras poblaciones españolas. Debido a la recesión internacional, la economía volvía a pasar por un mal momento, pero salió adelante. En el plano social, había mucha preocupación por el paro. Una muestra de esto es la reunión en la Casa del Pueblo de unas 500 personas con graves problemas económicos. Un grupo de parados acudieron a ver al alcalde, Emili Darder, que estaba haciendo muchos esfuerzos para crear oportunidades de trabajo a través de las obras públicas y las inversiones en educación y sanidad. Los servicios de bienestar municipales y las infraestructuras públicas continuaron creciendo, sobre todo con la construcción de escuelas y la modernización de los servicios de salud, ámbitos en los que la Segunda República hizo un trabajo muy importante.

En la década de los años 30, un 60% de la población de Palma sabía leer y escribir. La alfabetización llegaba tanto a hombres como mujeres. Uno de los motores de la economía y del sector servicios empezaba a ser el turismo, una actividad en crecimiento constante hasta el estallido de la Guerra Civil. El mundo agrario todavía continuaba siendo potente, si bien se alejaba despacio de la vida cotidiana de la ciudad.

La energía creativa para modernizar Palma continuaba siendo intensa en 1936. El proyecto de la burguesía liberal seguía adelante, pero también había aumentado mucho la conflictividad con los trabajadores y las organizaciones sindicales. La clase obrera era temida por la burguesía católica y conservadora, sobre todo desde la Revolución Rusa de 1917. Para salvar la monarquía borbónica, la derecha española tuvo que recurrir a los militares en 1923 a través del golpe de estado del general Primo de Rivera, que se mantendrá en el poder hasta 1930. Para tumbar la Segunda República, las fuerzas conservadoras volverían a recurrir a los militares, pero esta vez ocuparían el poder hasta la muerte del general Franco en 1975.

Las elecciones generales de 1933 habían dado la victoria a la derecha. Este triunfo hizo desconfiar a buena parte del socialismo de la lealtad constitucional de las fuerzas conservadoras. La respuesta fue organizar una huelga general revolucionaria en octubre de 1934. Como resultado, entraron al gobierno central tres ministros de la CEDA. Las manifestaciones en toda España fueron intensas y en Asturias fueran dramáticas. La represión causó miles de muertos. En Mallorca, el seguimiento de la protesta fue tímido y limitado. Se registraron disturbios en Llucmajor y Manacor, pero no en Palma.
La represión de la revuelta de 1934 fue protagonizada otra vez por el ejército africanista, puesto que Franco y Goded dirigían desde Madrid la reacción armada contra los líderes y los que secundaban la Revolución de Asturias, con la ayuda de tropas mercenarias norteñas de África. El protagonismo del ejército fue bienvenido por la derecha y se puede considerar un preludio del golpe definitivo a la Segunda República que finalmente tendrá lugar el 18 de julio del 1936 a través del Alzamiento Nacional.

Debido a esta crisis institucional y política, el gobierno central cesó a los alcaldes republicanos de las ciudades más importantes, entre las cuales se encontraba Palma. En consecuencia, Emili Darder se vio obligado a dejar la alcaldía en manos de los mauristas (conservadores) y de los verguistas (partidarios de Joan March). A las pocas semanas, una comisión gestora presidida por el conservador Lluís Ferrer Arbona y otros regidores conservadores se hizo cargo de la gestión municipal.

En una España muy polarizada, el presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, disolvió temerariamente las Cortes Generales a finales de 1935 y convocó elecciones generales para febrero del año siguiente. Esto suponía una invitación al enfrentamiento de los dos bloques políticos. En Palma y en todas las Islas Baleares, volvió a ganar la alianza de derechas, mientras que a escala de Estado español recibió más apoyo la coalición electoral de los partidos políticos de izquierdas, conocida como el Frente Popular.

Si analizamos la distribución geográfica del voto de las elecciones generales de 1936 en los diferentes distritos de Palma, veremos como la sociología del voto que constató Antoni Marimon en las elecciones municipales de 1917 se repetía. En febrero de 1936, las derechas ganaban en siete de los nuevo distritos. El Frente Popular sólo se impuso en los dos barrios donde se concentraba la industria: Santa Catalina y Levante.

La derecha maurista, moderada y católica, que en cierto modo había sido abierta a la Segunda República y al regionalismo en 1931, se fue cerrando cuando las posiciones de la derecha española se radicalizaron. Entonces apostó claramente por una alianza con la CEDA, que incluía tácitamente como líder a su máximo adversario político: Joan March. Esto supuso que el viejo y el nuevo caciquismo se presentaran unidos. En Mallorca, los resultados electorales fueron muy positivos para sus intereses. La fuerza de las organizaciones obreras y el republicanismo no fue suficiente para aguantar un embate como este.

La persona que en 1936 representaba al maurismo era Bartomeu Fons i Jofre de Villegas, pariente del empresario Manuel Salas, puesto que los dos estaban casados con las hermanas Maria y Mercè Garau Tornabells. De esta familia proviene Gabriel Canyelles Fons, dirigente del Partido Popular y presidente del Gobierno Balear entre 1983 y 1995. Bartomeu Fons había apoyado a las iniciativas autonomistas, pero poco a poco marcó distancias con los catalanistas.

Dos días después de que el Frente Popular ganara las elecciones y declarara el estado de excepción en todo el estado, el nuevo gobernador civil de las Baleares restituyó las alcaldías que habían sido destituidas en octubre de 1934. Emili Darder volvió a la alcaldía de Palma, si bien entonces su estado de salud era ya muy precario. Por eso presentó la dimisión a su partido, Esquerra Republicana Balear, el 19 de junio, pero no se aceptó y permaneció en el cargo hasta el 18 de julio. Cuando volvió a la alcaldía retomó las políticas sociales y sanitarias que habían sido paralizadas, además de la búsqueda de trabajo para muchas de familias que se encontraban en precario.

En 1936 los ciudadanos de Palma continuaban con las principales aficiones, la mayoría de las cuales ya eran una pasión desde principios del siglo XX. Las más populares eran: juegos de cartas, fiestas tradicionales, teatro, música, ciclismo, toros y los caballos. A ellas se añadieron nuevos deportes, como por ejemplo el fútbol, el frontón, el tenis, las regatas y la natación.

En el ámbito cultural es importante recordar el episodio desencadenado por el escrito publicado en mayo de 1936 en la revista La Nostra Terra y titulado “Mensaje a los mallorquines”. Fue elaborado por un grupo de intelectuales catalanes y apoyado por muchas personalidades políticas. A él le siguió la “Respuesta a los catalanes”, seguramente elaborada por Miquel Ferrà y firmada por más de un centenar de intelectuales mallorquines, especialmente los llamados miembros la Escuela Mallorquina (Colom, Ferrà, Forteza, Pons, Salvà, entre otros). Todos ellos se sentían culturalmente más cercanos a Cataluña que a Madrid. Este episodio enfrentó a personas relevantes, entre las cuales se encontraban los intelectuales de Ciutat, con los hermanos Miquel y Llorenç Villalonga al frente. Ellos se opusieron a los que firmaron el manifiesto. Este episodio acabaría tristemente con venganzas y humillaciones después del golpe de estado del 18 de julio.

La vida literari de Palma estaba protagonizada en buena parte por las polémicas entorno al libro de Villalonga «Mort de Dama» que se había publicado el año 1931 y que levantó protestas de diversos grupos sociales más conservadores, heridos por la crítica que les hacía. Esta polémica cabalgaba con otra, más política que litaria, sobre la relación entre Mallorca y Cataluña, en contra del Estatuto catalán y lo que el llamaba «la política imperialista de Cataluña«, como nos cuenta Jaume Pomar en su biografía sobre Villalonga, pág. 149.

En mayo de 1936, la publicación La Nostra Terra afirmaba que las Baleares eran conocidas en toda Europa. El diario británico The Observer las denominó el mejor lugar del mundo, según una encuesta hecha a sus lectores “para descanso y receso, vida barata y tranquila, buena comida, clima perfecto, bello y variado paisaje”.

El príncipe Carlos de Suecia visitó Palma y asistió a un partido de frontón, mientras que la compañía inglesa de vapores Bibby Line establecía la capital balear como una escala de sus viajes a Oriente. Hacía pocos meses que el primer ministro del Reino Unido, Winston Churchill, había estado preparando la estrategia contra Hitler en el Hotel Formentor.

Las estancias largas o cortas en la ciudad eran frecuentes para muchos intelectuales europeos. En Palma se editaban dos semanarios en lengua inglesa: Palma Post y Majorca Sun and Spanish News; uno en francés: Le Jeudi; y dos semanarios y un diario en alemán: Der Insel, Die Voche y Der Herold.

Toni Capella – en un documento inédito- nos dice: “La aportación de los intelectuales y artistas extranjeros que pululaban por Ciutat fue enriquecedora. Se respiraba un ambiente cultural extraordinario y muy activo. había conferencias, tertulias, exposiciones (en las galerías Costa, Nell y en el Círculo Mallorquín), presentaciones de libros: el del mismo Bernanos, “Journal d’un curé de campagne” que acababa de ser un gran éxito de crítica y ventas en Francia. El acto, que concentró toda la intelectualidad del momento, tuvo lugar en el Gran Hotel apenas el día antes de que estallara el Movimiento. El 18 de julio va estalló la Guerra civil. Fue el principio del fin para aquella Palma multinacional y cosmopolita de la cual habla Villalonga. En un par de meses, de aquel grupo de extranjeros que vivía en la ciudad, no quedó ninguno. Ni residentes ni refugiados. Los primeros volvieron a su país de origen; los segundos no tenían donde volver y partieron hacia un destino incierto.”

Uno de los cambios más relevantes en esta época turbulenta de la historia de Palma fue la entrada en política de las mujeres. Cómo ya hemos visto, en Ciutat se incorporaron despacio al trabajo industrial, a la enseñanza y, finalmente, a la política. Pudieron votar por primera vez en las elecciones generales de 1933. A partir de aquí, el activismo político creció y surgieron muchas organizaciones femeninas tanto pro-republicanas como conservadoras. El 8 de marzo de 1936 en la casa del Pueblo hubo un encuentro de organizaciones de izquierda que agrupó a 2.000 mujeres, entre las cuales hay que destacar a Aurora Picornell, que encabezaba la lucha comunista, y a la farmacéutica Maria Plaza, mujer del líder socialista Andreu Crespí. Desgraciadamente, Aurora Picornell pagó con su vida el compromiso con la defensa de los derechos de las mujeres y los valores republicanos. Fue asesinada por los franquistas en 1937.

Como en una de aquellas películas de Alfred Hitchcock, Palma vivía una doble vida en las semanas anteriores a la Guerra Civil. Era una ciudad en la que parecía que no pasaba nada y que todo era normal. Según el noticiario de mayo de 1936 de La Nostra Terra así lo parecía. Esta revista se hacía eco de la actualidad y destacaba la visita de 25 estudiantes de medicina de Montpellier en Palma, la inauguración de las escuelas de Algaida y es Llombards, en el término de Santanyí. Una comisión municipal del Ayuntamiento de Palma encabezada por el alcalde fue a Madrid a buscar recursos para hacer las obras públicas pendientes y más importantes para la ciudad, como por ejemplo el mercado del Olivar. En aquellas fechas, se restablecía el servicio aéreo entre Palma y Barcelona con un vuelo diario que salía de Son Sant Joan a las 10 de la mañana y volvía desde el Prat de Llobregat a las 11,55 h. La imagen de Emili Darder y el general Goded, vestido paisano y visitando de una manera relajada una escuela infantil, también contribuía a crear esta impresión de normalidad.

Pero bajo esta calma, las fuerzas golpistas tenían su agenda secreta. Estaban dispuestas a poner fin a la Segunda República e implantar un régimen militar. El mes de junio de 1936, Palma vivió algunas señales de la tragedia que vendría en breve. En la serie de artículos sobre la Segunda República que Joan Mas publicó en Diario de Mallorca el 2006, nos explica que el 4 de junio explotó una bomba en la Casa del Pueblo de Palma y causó cinco heridos graves. Los autores del atentado fueron los falangistas, entonces minoritarios pero muy radicalizados y con fácil acceso a armas y a explosivos por su conexión con los militares antirepublicanos. La izquierda reaccionó con una huelga general que tuvo bastante éxito. Una minoría violenta salió de la manifestación y atacó las iglesias de Sant Jaume y Santa Fe de la Calatrava. Los dos incendios causaron muchos desperfectos. Uno de los falangistas detenidos por el atentado contra la Casa del Pueblo era el asturiano Canuto Boloqui. Fue liberado poco después e hizo carrera política. Se convirtió en jefe de la Falange Española en las islas Baleares hasta 1941. Posteriormente ejerció de delegado provincial de Vivienda. Murió en Palma en 1984. Nunca fue juzgado por el atentado contra la Casa del Pueblo.

Mapa de Palma, en torno a los años 1900-1930. Elaboración de Joseba Dañobeitia y Pilar Buendia para Palma XXI.

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Revisat per

Joan Mas

Joan Mas Quetglas nació en Establiments (Palma) en 1965. Es autor de los ensayos Història de la ciutat de Palma (1998), Els mallorquins de Franco (2003), de la guía Palma amb bicicleta y de la novela L’illa sense memòria (2012), premio Vila de Lloseta.

Fonts consultades:

Referencias bibliográficas

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https://ca.wikipedia.org/wiki/Miquel_Ferr%C3%A0_i_Juan
Sobre Emili Darder
http://www.fundacioemilidarder.cat/pagina.php?Cod_fam=1&Cod_sub=3
Sobre Bernat Jofre
https://ca.wikipedia.org/wiki/Bernat_Jofre_Roca
Sobre la Revolució d’Octubre del 34
https://es.wikipedia.org/wiki/Revoluci%C3%B3n_de_1934
Les dones entren en política. Aurora Picornell i Maria Plaza
http://www.dbd.cat/fitxa_biografies.php?id=290

 

Imagen de cabecera: Emili Darder. Fons Rul·lan.