¿La mejor ciudad del mundo para vivir?
El marzo del 2015 Palma cobraba fama mundial renovada a través del dominical del Times, donde se explicaba que nuestra ciudad había sido escogida como la mejor ciudad del mundo para vivir. El histórico diario de Londres había destacado Palma por su «clima excepcional y el peso cultural del centro histórico, en una de las más pintorescas ciudades españolas, con playas en entorno urbano». En una conversación grabada por IB3, José Carlos Llop y Climent Picornell no lo veían tan de color de rosa (ver referencia web).
Los años posteriores (2016, 2017 y 2018) fue Valencia la ciudad escogida. Las razones eran muy similares «por las condiciones meteorológicas, la calidad de vida, la proximidad en la playa y montaña, la gastronomía, la historia y cultura, y las actividades que ofrece la ciudad» ¿Casualidad? ¿Estrategia?
El concurso del Times se realizaba desde el 2013 y primaban las opiniones de los lectores británicos. Estimulaba la compra del diario y también era una estrategia mediática para impulsar las compras y los viajes a ciudades europeas, puesto que muchas inmobiliarias se hacían eco. Vender «Palma» como una buena inversión fue el producto de un estilo de gobernar que ya había empezado cuando Joan Fageda era alcalde y que el nuevo alcalde Mateu Isern intensificó. La «marca» Palma se presentaba por el alcalde Isern en el Museo Es Baluarte el 2014 y era una de las estrategias de marketing que el Ayuntamiento usó para impulsar la ciudad como un destino de turismo urbano para los fin de semana de todo el año. Sònia Vives nos explica cómo Palma apostó por la economía neoliberal de la ciudad, que consistía en incorporar la ciudad en una dinámica económica global: “Este nuevo rol económico va ligado a la necesidad de un nuevo tipo de gobernanza urbana, que fundamente la promoción urbana y el desarrollo del mercado inmobiliario” (véase libro citado, pág. 66). Es decir, que la ciudad se había convertido toda ella en un producto atractivo para que la inversión extranjera hiciera presión sobre el mercado inmobiliario. En la salida de la crisis, Palma se adentró otra vez dentro de un crecimiento insostenible, con más especulación inmobiliaria, más masificación turística, más gentrificación y la pérdida de patrimonio de la clase mediana y de toda la ciudad.
Cómo demostró el estudio sobre «Capacidad de carga turística» en el centro histórico de Palma, el turismo volvió a crecer en 2014 después de la crisis del 2008, por el turismo vacacional en pisos mediante las plataformas comercializadoras tipo Airbnb. También lo hizo el turismo de cruceros a un ritmo muy intenso, y el turismo urbano del centro de Palma. Una vez más, a pesar de las crisis internacionales, el turismo en Mallorca y a Palma volvía a crecer.
En el cuadro siguiente podemos ver las etapas del crecimiento turístico en cada crisis internacional, según el número de pasajeros en el aeropuerto de Palma, un indicador muy fiable. Desde 1961 hasta la Crisis del Petróleo, la media de crecimiento anual estuvo cerca de los 500.000 pasajeros. La siguiente etapa, desde 1974 hasta los atentados de las Torres Gemelas de Nueva York, el crecimiento fue casi idéntico. Ahora bien, el periodo más intenso de crecimiento fue el de la tercera crisis, después de los atentados hasta el Crack financiero del 2008. La media anual de aquellos seis años fue cerca de los 800.000 pasajeros anuales. Esta fase coincidió con la burbuja de las hipotecas y de la corrupción política más alta que hemos tenido en la historia de la democracia a Palma. Desde el 2008 el crecimiento no paró hasta la crisis de la COVID-19, con una media de 574.000 pasajeros anuales.
Después del cambio de la alcaldesa Aina Calvo por el alcalde Mateu Isern el 2011, la crisis llevará algunos años más, hasta que en el 2014 el número de pasajeros volvía a estar igual que antes. El nuevo alcalde, que al principio de su mandato prometió orden, austeridad y eficiencia para gobernar para todos los ciudadanos, era nuevo en política. Experto en gestiones inmobiliarias como abogado, era miembro de una familia de empresarios muy conocida en Ciutat. El fichaje había sido del omnipotente José María Rodríguez, que había vuelto a la batalla política de Palma, una vez desplazada Catalina Cirer. Aunque el nuevo alcalde intentó dirigir el Ayuntamiento con personalidad propia, no podía dejar de recibir las «recomendaciones» de los poderosos del partido (Bauzá, Gijón y Rodríguez) que finalmente le impidieron volverse a presentar.
Los primeros dos años de su mandato municipal fueron de queja por el gran endeudamiento que les había dejado el gobierno de progreso. Por eso, decían, con una fórmula que se repetía en toda España, que tenían que hacer recortes y rebajar o suprimir algunos servicios públicos. Lo primero que hizo fue desmontar el carril bici de Avenidas, hecho que el mismo regidor de Movilidad reconocería haber sido un error. Pero, sin duda, el proyecto más complicado de aquellos años fue el de la fachada marítima. La protección del edificio de Gesa había roto las expectativas del grupo inmobiliario Núñez y Navarro de construir viviendas de lujo en los solares de primera línea de la antigua industria eléctrica y en los que ocupaba el edificio de Ferragut. Finalmente ganó la opción protectora y el proyecto se tuvo que modificar y se estancó.
El que sí que continuó fue el Palacio de Congresos, con el que Isern previó que generaría 50 millones de euros anuales. En cambio, la realidad era que el 2019 el Ayuntamiento cifraba los ingresos netos por el alquiler al Grupo Melià en 2.727.000 € anuales. También Isern dijo que las obras acabarían el 2013, pero no se inauguró hasta el 2017.
Las luchas internas dentro de su partido no le fueron favorables el 2015 para renovar su candidatura como alcalde. Aunque fue la lista más votada, en mayo del 2015 formó gobierno el bloque de izquierdas. Poco después, los vientos cambiarían y fue candidato en el Congreso de los Diputados el diciembre del 2015 y ganó el escaño, que finamente abandonó al cabo de unos meses anunciando su salida de la política y no repitiendo a las elecciones generales del 2016. Pero, sorprendentemente, volvió a ser candidato a la alcaldía el 2019 y, al no poder formar la mayoría que lo haría repetir como alcalde, abandonó otra vez la vida política.
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Maria GómezEs arquitecto-urbanista por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (UPC). En la actualidad desarrolla estudios territoriales y proyectos de planeamiento en colaboración con varios equipos y administraciones locales así como también en el marco de proyectos europeos. Entre otros, trabaja en la Revisión de Plan General de Felanitx con la experiencia previa de haber trabajado a la Oficina de Plan General de Palma y en el Plan de Resiliencia de Barcelona. Ha trabajado con algunos de los más prestigiosos profesionales del urbanismo como Jornet-Llop-Pastor arquitectos en Barcelona o Urban Strategies en Toronto, Canadá. Es cofundadora del movimiento Jane‘s Walk Palma y del Grupo de Jóvenes Arquitectos de Mallorca donde desarrolla acciones diversas y es miembro de Palma XXI.
Fonts consultades:
Referencies bibliogràficas.
Gómez, M. (2018). Capacitat de càrrega turística. Editat per la Fundació Iniciatives del Mediterrani. Palma.
Vives-Miró, S., Rullan, O. i González, J. M. (2018). Geografies de la despossessió d’habitatge a través de la crisi. Els desnonaments de marca Palma.
Referencias en páginas web
Noticia del Times sobre Palma como mejor ciudad.
https://www.thetimes.co.uk/article/best-places-to-live-in-the-world-the-winner-n9bl8vlpl38
Comentarios de José Carlos Llop y Climent Picornell sobre la noticia del Times.
https://www.ccma.cat/tv3/alacarta/telenoticies-vespre/palma-la-millor-ciutat-del-mon/video/5496636/
Crónica de la presentación de la marca Palma.