Prólogo
De la ciudad amurallada en la ciudad metropolitana

De la ciudad amurallada en la ciudad metropolitana

De la ciudad amurallada en la ciudad metropolitana

Las sucesivas transformaciones de la ciudad árabe hasta la ciudad amurallada y su relativa conservación, hacen de Palma la ciudad histórica más grande de España y una de las más importantes del Mediterráneo.

Ya sea por su trazado viario de plazas y calles de origen árabe, por su contenido monumental extraordinario realizado por la Corona de Aragón, como por la riqueza de las más de 200 casas con patios y el importante número de edificios religiosos, Palma tiene todavía un enorme patrimonio que se debe proteger.

La incipiente industria turística de los «forasteros» propuesta por Miguel S. Oliver en 1891, se hizo realidad a lo largo del primer tercio del siglo XX. Todas las transformaciones modernas que la ciudad impulsó en aquel tiempo -especialmente el derribo de las murallas y la construcción del Ensanche- se verán frenadas por la Guerra Civil y por la Segunda Guerra Mundial.

Veinte años más tarde, cuando las heridas de la Segunda Guerra Mundial se van cerrando en Europa, una nueva clase política y económica surge en Palma que, aliada con los intereses del régimen franquista para romper el aislamiento internacional, impulsará un nuevo crecimiento.

El Big Bang turístico de los años 60 crea una nueva fuerza económica de la mano de los operadores turísticos extranjeros y provocará unos cambios radicales en la fisonomía de la ciudad. Será el desarrollo turístico que con las ampliaciones del aeropuerto y del puerto, pondrá en peligro su sostenibilidad, la calidad de vida de los ciudadanos y la personalidad histórica de Palma.

El crecimiento que provocó el nuevo impulso turístico de los años 50, implicó una corriente migratoria -tanto del resto de Mallorca como de la Península – hizo que la población de Palma pasara de 136.814 habitantes en el año 1950 a 350.000 en el año 2000.

En los años 60 todas las instituciones estaban gobernadas por personas afectadas por la dictadura franquista, sin capacidad ni ganas de planificar correctamente este crecimiento. En el Ensanche, que hasta entonces se había desarrollado tan sólo en el entorno de la primera corona de las avenidas, se dejó de lado las reglas de los planes urbanísticos de Calvet y de Alomar y creció de manera anárquica, con baja calidad constructiva.

Con el crecimiento de Can Pastilla y el Arenal de Palma, se transformarán las redes viarias de Ciudad que poco a poco irán constituyendo la metrópoli de la bahía de Palma que ahora conocemos. Una metrópoli que agrupa al 65% de los habitantes de Mallorca.