La ciudad turística: de 1975 a la actualidad
Catalina Cirer, la primera alcaldesa de Palma

Catalina Cirer, la primera alcaldesa de Palma

Catalina Cirer, la primera alcaldesa de Palma

Desde la fundación del Ayuntamiento, todos los alcaldes hasta el año 2003 habían sido hombres. Catalina Cirer, con una mayoría absoluta del 46% de los votos, mayor que la última de Joan Fageda, fue proclamada alcaldesa de Palma. Esto fue posible, aparte de los méritos personales que siempre cuentan en la política local, gracias a factores sociales y políticos de la coyuntura política nacional de aquellos tiempos.

El 2003, mandaba Aznar en el Gobierno del Estado con mayoría absoluta. Aznar y el PP vivían una época sólida que les otorgaba los buenos resultados electorales. Una época en qué era habitual ver mujeres en Ayuntamientos y Comunidades Autónomas. Había una cultura política cada vez más favorable a la inclusión de las mujeres en las listas electorales y en cargos políticos, lo cual favoreció la aprobación de la Ley de Igualdad del 2007, por la que los partidos políticos estaban obligados a equilibrar sus listas entre hombres y mujeres. Poco después, el PSOE aprobaría el 2008 las listas «cremallera» en clave interna.

En Palma, la dinámica política de los años 80 no dio mucho poder a la mujer y solo el 15% de las concejalías del Ayuntamiento eran dirigidas por una mujer. Tal como muestra el siguiente cuadro, esta tendencia fue cambiante: mientras que el 1995 eran casi el doble, el 99 ya había el triple de concejalías con dirección femenina. Pero fue con Catalina Cirer y después con Aina Calvo, que llegarían casi al 50%. Después del gobierno de Aina Calvo, la presencia de mujeres en el hemiciclo volvería a bajar, pero se mantendría siempre por encima del 40%.

Tampoco hay que olvidar que desde 1995 hasta el 2007, otra mujer, Maria Antònia Munar, gobernaría el Consell de Mallorca, pactando con la derecha y la izquierda según conveniencia. El 2007, Munar pasó a presidir el Parlamento y otra mujer también muy significada, Francina Armengol, logró la presidencia primero del Consell y más tarde, del Gobierno. Era evidente que la política local tenía -y todavía sigue teniendo- a las mujeres como protagonistas.

Durante las dos legislaturas gobernadas por las alcaldesas, primero Cirer y después Calvo, se realizaron la mayoría de las grandes obras de la ciudad del siglo XXI, todas ellas muy polémicas. Los edificios emblemáticos de nueva construcción eran de una escala muy diferente de los que se habían hecho en Palma anteriormente, tal como demuestra la Guía de arquitectura del Colegio de Arquitectos. Se debe tener en cuenta que las obras no fueron lideradas desde el mismo Ayuntamiento, sino por otras instituciones, cosa que viene a corroborar la idea expuesta anteriormente de la pérdida progresiva de poder político del Ayuntamiento a favor del Consell y del Govern.

En la época de Cirer, 2003-2007, se impulsaron en Ciutat proyectos públicos encaminados a configurar una «megaciudad» de ámbito internacional: el museo del Baluart, el Metro, el Palma Arena, Can Domenge, Son Espases, el Palacio de Congresos, la ampliación del Aeropuerto, la recogida neumàtica, la fallida Ópera al Puerto de Palma y las fallidas torres del Estadio de Son Moix del empresario Vicente Grande. A pesar de que en casi todas ellas se requería la participación del Ayuntamiento de Palma, y aunque la alcaldesa estaba muy informada, las nuevas infraestructuras fueron impulsadas, en su práctica totalidad, por Jaume Matas, entonces presidente del Gobierno Balear.

 

Imagen de las obras en el Baluard de Sant Pere. Fuente: sctarquitectos.com

Estas equipaciones querían posicionar la ciudad en un entorno global competitivo de grandes acontecimientos e intensificar el turismo urbano. Todas fueron obras polémicas de principio a fin… Y todavía ahora. A pesar de contar, en la mayoría de los casos, con una oposición ciudadana relevante, se fueron abriendo camino avaladas por una situación económica muy intensa y especulativa, como ya hemos comentado en capítulos anteriores.

Palma pasaba a formar parte de las ciudades globales donde, como dice Garcia Vázquez, el consumo de espacio se hacía por intereses económicos en un entorno internacional favorable en los grandes edificios. Bancos, promotores inmobiliarios, empresas multinacionales del ocio y el turismo, así como minoristas locales y administraciones locales, tejían una red intensa de intereses privados que utilizaban recursos públicos.

En muchas de ellas, estaba el objetivo oculto de cobrar comisiones ilegales, que se repartían las personas que lideraban las obras y los partidos que las sustentaban: PP y UM. Casi todas acabaron a los juzgados con condenas que todavía duran. A menudo, su financiación supuso sobrecostes extraordinarios que acabaría pagando – y todavía paga- la administración pública.

 

El Palacio de Congresos, en una de las “puertas de entrada” a Ciutat. Fuente: Palau de Congressos de Palma.

Una de las obras más polémicas fue el hospital de Son Espases, abanderada por la cesión de suelo que gestionaba Rodrigo de Santos, regidor de urbanismo en tiempo de Fageda y protagonista de uno de los escándalos políticos más sonados de aquella época. Su vida nocturna era la contraria a la que predicaba: su afección a acudir a prostíbulos de homosexuales la pagaba con la tarjeta de crédito del Ayuntamiento, cosa que Catalina Cirer afirmó no haber sospechado nunca hasta que estalló el escándalo el marzo de 2008.

Todas estas grandes obras que se hicieron a Palma, como otras muchas ciudades españolas en aquellos años de manía constructora y corrupción política, son todavía muy discutibles en cuanto al servicio que dan en la ciudad y por la hipoteca tan grande que causaron a las finanzas públicas durante muchos años. Con los cents de millones de euros que costaron, se habrían podido solucionar en parte dos grandes problemas de Ciutat: edificios escolares y viviendas públicas.

Jaume Matas, probando la pista días antes de la inauguración oficial del Palma Arena. Fuente: UH.

Las obras se ejecutaban a gran velocidad, a excepción del Palacio de Congresos, que sufrió la crisis económica de 2008 y no pudo ser inaugurado hasta 2017. De todas ellas, la más espectacular fue la no realizada: la Ópera al Puerto de Palma, proyecto de Santiago Calatrava que fue presentado la primavera antes de las elecciones del 2007 y que no consiguió evitar que Catalina Cirer pasara a la oposición, mientras que Aina Calvo se levantaba como nueva alcaldesa de Palma.

La Ópera de Calatrava. Fuente: IB3.

 

Así era el proyecto de la Ópera.

Revisat per

Cristina Llorente

Es arquitecta por la ETSA Barcelona y diplomada por la UOC en el posgrado “Gobierno de la ciudad: derechos ciudadanos y políticas públicas”. Desde 2009, es directora de Arquitectives, colectivo especializado en educación y diseño urbano participativo. Desde 2012, es delegada española del grupo de trabajo Architecture & Children, dirigido por la Unión Internacional de Arquitectas, a través del cual ha impartido conferencias sobre educación y participación ciudadana a nivel nacional e internacional.

Fonts consultades:

Referencias bibliográficas.

Garcia Vázquez Carlos. Teorias de historia de la ciudad contemporànea. Editorial Gustavo Gili. 2016.

Lucena Martin et. Alt. Palma. Guia d’Arquitectura. Editat pel Col·legi d’Arquitectes de Balears. Delegació Mallorca. 1999.

 

Referencias en páginas web.

1.-Para los datos electorales de Palma :

http://www.interior.gob.es/informacion-electoral

2.-Entrevista de Catalina Cirar sobre Rodrigo de Santos.

Hemeroteca del Diari de Mallorca. 30 de març del 2008.

3.-Catalina Cirer la primera alcaldesa de Palma promete una ciudad turística de calidad.

Hemeroteca del Diari de Mallorca. 15 de juny del 2008.