La ciudad moderna: de 1900 a 1936
Palma en 1900. La vida cotidiana en Ciutat

Palma en 1900. La vida cotidiana en Ciutat

Palma en 1900. La vida cotidiana en Ciutat

La ciudad de Palma vivía en 1900 de cara al mar. Cuando empezaba a hacer buen tiempo, los ciudadanos iban a sus casas de veraneo, o simplemente a nadar en s’Aigo Dolça o Can Barberà.

De paseo o por obligación, muchas personas acudían al puerto a ver cómo llegaban las mercancías, esperar a  algún familiar, o simplemente a mirar y ver las tareas portuarias que iban aumentando año tras año hasta la primera guerra mundial, debido a las exportaciones de productos agrícolas, tejidos o calzados.

En 1900 la gente de Palma solía pasear por el Born y las murallas, más tarde lo haría por el Muelle de la Riba urbanizado en 1912 por Pedro Garau y demolido más tarde. A los ciudadanos les gustaba sentarse en terrazas, bares y cafés, mantener conversaciones y charlas en cualquier rincón de la  ciudad. Las excursiones y meriendas se hacían lejos de la ciudad, inaugurando el turismo local.

Los ciudadanos de Palma podían viajar a Paris en 1900 para visitar la exposición universal durante 12 días, por un  precio de 600 pesetas. Para hacernos una idea, ir al Teatro Principal entonces costaba unos 80 céntimos. El precio del viaje incluía el barco hasta Barcelona, ​​el tren a Paris, el hotel, y, además de las entradas, el servicio de un guía. A la exposición también acudieron organizaciones obreras de toda España y la de Palma fue encabezada por Sebastián Crespí.

La participación de Palma en la Exposición Universal de Paris y el movimiento en el puerto con llegadas de personajes como el Archiduque, el rey de Inglaterra y otros, nos dan una idea de una ciudad conectada con el mundo. Una ciudad conectada especialmente con Barcelona, ​​pero también con Europa, como lo demuestra la cantidad de personas ilustres que ya conocían perfectamente Mallorca de la mano de muchos viajeros del XIX, como hemos visto en otro capítulo anterior del libro.

Los viajes a Barcelona eran frecuentes. En 1891 se había constituido «La Isleña Marítima», fruto de la fusión de «La Empresa Marítima a Vapor» y de «La Isleña» y durante 30 años fue la concesionaria de las comunicaciones regulares entre Palma y los puertos del levante español, además de los interinsulares y con Argel y Marsella. A partir de 1910 había cinco servicios a Barcelona, ​​tres a Cabrera, uno a Marsella y uno en Argel. Estos dos últimos se mantuvieron hasta 1930.

La revolución industrial que se extendía por toda Europa también llegó a Palma. El industrial Vicente Juan Ribas había adquirido en Paris un «carruaje automóvil Clement Bayard» y un triciclo a motor «De Dion Bouton» que llegaron a Palma el 8 de abril de 1897 a bordo del Correo Isleño. Era el primer automóvil que se veía en la isla.

En Europa, la Revolución Industrial iba acompañada de una revolución cultural sin precedentes. Nacía un  pensamiento nuevo, muy diferente de la vieja forma de ver el mundo. En 1900 se publicaba la interpretación de los sueños de Sigmund Freud y también en 1900 se consolidaban los estudios de genética que fundamentaban la teoría de la evolución de las especies de Darwin. Viena era uno de los centros europeos más importantes de la revolución modernista, de la mano del arquitecto Otto Wagner y del pintor Gustav Klimt. En 1900 Picasso llegaba a Paris y Gaudí construía el Park Guell en Barcelona, proyecto incomprendido en su tiempo y admirado 100 años después.

En 1901 se empezaba a construir el Gran Hotel en Palma, sólo 2 años después de la inauguración del Hotel Ritz de Paris. El 9 de febrero de 1904 se inauguraba, bendecido por el Obispo Campins, con la asistencia de todas las autoridades de la provincia y la policía municipal a caballo y de gala. Joaquim Mir y Santiago Rusiñol pintaron para la ocasión dos grandes murales para el comedor. Fue una fecha clave en el origen del turismo en Mallorca, como veremos más adelante en otro capítulo.

El tema de la demolición de las murallas asociado a la mortalidad de la ciudad era obsesivo y recurrente. Mientras, se estaba a la espera del informe del «Cuerpo de Ingenieros militares», que sospechaban sería desfavorable. El articulista de la Almudaina decía: «El recinto amurallado que, por desgracia de todos y sin provecho de nadie, nos tiene encerrados desde hace siglos bajo pretexto de defendernos de ilusorios peligros, nos liga a fuego lento contribuyendo notablemente a la mortalidad de Palma «.

Al Plan Calvet del ensanche de la ciudad aprobado en 1901, le siguió al año siguiente el gran acontecimiento ciudadano de la mano del arquitecto municipal Gaspar Bennazar y la hija del General Weyler: el derribo de la primera piedra de las murallas que rodeaban la ciudad. Unas 10.000 personas asistieron al acto de demolición. En la Casa Consistorial, entre damascos y flores en el balcón central, se instaló un gran rótulo formado por miles de lucecitas de gas que decía: “Viva la Palma del Porvenir, junto con los retratos de Weyler y Maura.

Palma evolucionaba extramuros lentamente. En el barrio de Santa Catalina y la Soledad fueron surgiendo fábricas junto con una nueva clase proletaria, y también a los barrios del Molinar, la Vileta, El Terreno y els Hostalets. Los edificios en las avenidas se fueron construyendo también lentamente alrededor de la estación de trenes.

Como hemos dicho muchas personas vivían «fora murada» en barrios obreros y en las más de un centenar de posesiones que rodeaban la ciudad. De estas posesiones bajaban  los carros que llevaban los productos para vender en la ciudad y al entrar tenían que pagar las tasas municipales establecidas. Por ese motivo a veces se producían problemas graves que acababan en los juzgados. La cultura payesa impregnaba la vida ciudadana.

Camilo Pou, escritor y periodista, se quejaba de la continua tala de pinos que se hacía en el castillo de Bellver, en aquellos tiempos propiedad del Estado. Parece que le hicieron caso ya que el Estado prohibió la tala el mismo año, pero no sería hasta 1932 que el castillo y el bosque de Bellver se transferiría al Ayuntamiento, gracias en parte a las gestiones del político Alexandre Jaume, que por una ironía trágica, acabaría encarcelado en el castillo en el trágico verano de 1936.

El Círculo Weylerista ponía en circulación el manifiesto alabando el coraje que tuvo Weyler al enfrentarse a los insultos y humillaciones de los americanos en la guerra de Cuba. El tema cubano continuaba vivo, ya que sus impactos económicos y psicológicos aún estaban muy presentes en la ciudad, así como las noticias preocupantes sobre los mallorquines en Filipinas.

Dos palmesanos jugaron un importante papel en la política estatal, Antonio Maura y Valeriano Weyler. Ambos coincidieron con la crisis de Cuba, en diferentes momentos, tenían una gran influencia en el entorno político estatal, en el ejército y en el núcleo de poder de la monarquía española. Por esta razón, entre otras, Palma estaba al corriente de todo lo que pasaba en la vida política del País.

Las ideas y debates modernistas estaban presentes, así como el debate entre centralistas y regionalistas, y entre republicanos y monárquicos. El modernismo, cuando se entendía como progreso tecnológico encontraba muchos adeptos que, por ejemplo, admiraban los primeros automóviles que llegaban a Palma. No había el mismo  consenso con las ideas renovadoras de las costumbres sociales que acompañaban a la actitud modernista.

El Ayuntamiento tenía por costumbre declarar hijos ilustres a personas relevantes de Palma, como lo hacía en 1900 con el poeta Jeroni Rosselló, figura relevante del Partido Liberal de Sagasta en la ciudad. Si bien el maurismo conservador era preponderante, los liberales eran el segundo grupo político más importante, pero los republicanos irían cogiendo fuerza y ​​entrarían pronto en el gobierno municipal de la mano de Lluís Martí, así como Francesc Roca sería el primer concejal socialista de la historia de Palma. Al mismo tiempo, los juegos florales de Valencia rendían  homenaje a Joan Alcover.

La vida cultural y social de la ciudad veía con sorpresa y alegría que en 1903 se inauguraba el primer cinematógrafo, en s’Hort del Rey, llamado por los ciudadanos «Can Truyol», que costaba entre 5 y 15 céntimos la entrada. Antes ya había existido un pabellón de madera donde se proyectaban películas, pero el de’n Truyol fue el primer local no ambulante dedicado exclusivamente al cine. El incansable empresario José Tous Ferrer estaba a punto de construir el nuevo teatro Lírico, la Asistencia Palmesana inauguró el nuevo teatro en 1901. El comienzo de las sesiones continuas de cine en el Teatro Lírico y el precio inferior de las localidades, provocó la ruina y el cierre del Cinematógrafo Truyol en 1910.

Nuestra cultura seguía renaciendo y el Obispo Campins aprobaba el bilingüismo en las escuelas. Los Juegos Florales de Barcelona los ganaban Mª Antonia Salva y Llorenç Riber. Se inauguraba la escuela graduada y el Ayuntamiento declaraba hijos ilustres a Pedro Alcántara Peña y al Archiduque Luis Salvador.

Pasear por el Born, o por la muralla, tomar un helado en Can Joan de S’Aigo o ir a misa eran entretenimientos habituales. Veladas de debates y discusiones seguían muy presentes en el Círculo Mallorquín, en el Ateneo Balear, o en la Veda. Los teatros Principal y Lírico ofrecían programas culturales de primera. Además de la frecuente tertulia musical privada del salón Beethoven, había una actividad artística relevante con los pintores Santiago Rusiñol, Tito Cittadini, Antoni Gelabert, Pilar Montaner, Joan Fuster, Lorenzo Cerdà, Anglada Camarasa, Blanes Viale y Francisco Bernareggi entre otros, que exponían sus obras en los centros de reunión artística en Palma como el famoso salón La Veda.

La Veda se inauguró a finales del s. XIX, era una sociedad recreativa, ligada más bien a los conservadores, que organizaba bailes, tertulias y juegos. En 1916 abrió la sala de exposiciones llamada el Salón Árabe y en 1918 se instaló un gran decorado en la fachada que daba al Paseo del Born que representaba el Moulin Rouge.

La ciudad discutía donde hacer el monumento a Ramon Llull y, mientras tanto, Antoni Mª Alcover presentaba el gran proyecto de diccionario que acabaría finalmente Francesc de Borja Moll en 1963. La ciudad inauguraba nuevo alumbrado en el Born, mientras que los ciudadanos podían probar los nuevos «panecillos» en el horno de Santa Eulalia.

Uno de los temas que también acaparaba la atención de toda la ciudad era el problema del agua. Había poca y mal gestionada, con unas infraestructuras muy deterioradas y con el problema que suponían los derechos privados de agua sobre el caudal de la Fuente de la Vil·la. Eusebi Estada hacía la propuesta de su municipalización, que no se  llevaría a cabo hasta 1913. Más tarde, con el proyecto de Pere Garau de canalización, se empezaron a solucionar los problemas. Para hacerse una idea de la lentitud de la gestión pública, Santa Catalina, el Terreno y Porto Pi no tuvieron agua canalizada hasta 1925.

Seguramente el deporte más popular en la ciudad era el ciclismo, ya que la bicicleta seguía siendo el vehículo más utilizado para los desplazamientos dentro de la ciudad. Por eso cayó mal la orden del Capitán General de no dejar circular bicicletas por encima de la muralla. En 1900 había corredores que se preparaban para ir a las pruebas ciclistas que se desarrollaban con motivo de la Exposición Internacional de París. En 1903 se inauguraba el Velódromo del Tirador y al fin los ciclistas tendrían un lugar donde se celebrarían muchas competiciones nacionales y alguna internacional en los que destacaron los mallorquines. En 1914, Gabriel Oliver fue proclamado campeón de España de ciclismo de velocidad en el velódromo del Tirador.

Los ciudadanos seguían masivamente, como todavía hacen, las fiestas más populares, la mayoría de ellas eclesiásticas, como las de Semana Santa, pero también algunas institucionales como la Festa de l’Estandart. Aún así, la principal fiesta era estar en familia.

España era un país con familias numerosas, con alta mortalidad infantil y analfabetismo. La política española caciquil, controlada por los poderes locales, tenía su reflejo en Mallorca y Palma, donde todavía la economía agraria era el 60% de toda la economía de la isla. Los capataces de las fincas jugaban un papel determinante a la hora de decantar los votos de los agricultores y jornaleros, votos que eran administrados por los políticos liberales o conservadores que Madrid imponía. En Palma, los frecuentes cambios de Alcaldes, que eran nombrados por el Rey,  se hacían siguiendo la misma lógica.

Mientras que  Madrid tenía mucha influencia en la vida política de Palma, en otras muchas relaciones económicas y culturales, la relación con Barcelona era muy significativa. Tres veces a la semana un barco ponía en contacto a muchos de los ciudadanos y sus empresas con los barceloneses y sus empresas. La crisis colonial fortaleció aún más las ya relaciones tradicionales con Barcelona a principios del siglo XX, como veremos más adelante.

Revisat per

Lucia Garau Alemany

Nota importante: el autor del texto es el colectivo “Palma XXI”. La persona que hace la revisión no tiene por què coincidir totalmente con las ideas que exprese el autor.

 

Licenciada en Geografía e Historia y en Documentación por la Universitat de Barcelona. Ha participado en diversos proyectos  culturales y en la redacción y documentación para diversas publicaciones y exposiciones,  de las que cabe destacar el libro Las raíces de Palma: los mil primeros años de la construcción de una ciudad : de la colonia romana a la medina musulmana de Carlos García Delgado, el catálogo y exposición Jo, l’Arxiduc, comisariada por la escritora Carme Riera y la  participación en el Inventario, catalogación y preservación del fondo bibliográfico patrimonial contenido en la Biblioteca Pública de Palma. (2010)

Fonts consultades:

Referencias bibliográficas

  • Oliver, Manuel., Vida en societat i en religió a: Palma, recull gràfic 1860-1870. L’Abans. Editorial Efados. 2011.
  • Alemany Llovera, Joan., Els grans ports de les Illes Balears. 2001. APIB.
  • Cien Años. Ultima Hora. 1893-1993. Edita Hora Nova SA.
  • Emaya. La historia i les històries d’EMAYA. 2008.
  • del Hoyo, Xavier i altres., Palma 1900- 1936. (4 toms). L’evolució de la ciutat a través de la imatge. 2005-2013.

** Imagen de cabecera: «Corpus a Cort» de Gelabert