La ciudad turística: de 1975 a la actualidad
Introducción. Hacia la ciutat totalmente turística

Introducción. Hacia la ciutat totalmente turística

Introducción. Hacia la ciutat totalmente turística

Como hemos visto en la tercera parte de la Biografía de Palma, el big bang turístico que empezó en la década del 1960 fue expandiéndose progresivamente hasta la primera crisis sistémica internacional de 1973, una crisis que también afectó al turismo. Este primer impulso turístico y urbanístico se hizo en un contexto institucional plenamente franquista, al margen de las mínimas reglas democráticas.

En la década del 1950, en plena guerra fría, había cambiado el contexto internacional respecto al régimen franquista: 1951 reconocimiento de la ONU, 1954 convenio de ayuda económica de los EEUU, 1956 primera ley del suelo, 1959 plan de estabilización… Todo ello, en las islas Baleares, supuso el inicio de un gran cambio en los sectores económicos hegemónicos y, especialmente, un cambio de paradigma en la forma de acumular rentas. Se pasó de una industria y agricultura que producía para la demanda interna y la exportación, a buscar la revalorización inmobiliaria y a pagar, vía turismo, las facturas que nos llegaban de los nuevos países amigos con los cuales empezábamos a tener intercambios económicos fluidos y que ya tenían experiencia de el sistema democrático y capitalista avanzado.

Con esto, poco a poco, la producción turística y de rentas inmobiliarias se fue imponiendo al modelo anterior. Palma, lejos de ser la excepción de este modelo, fue la puerta de entrada de este nuevo patrón en Mallorca y en el resto de las islas Baleares.

Aquellos primeros 20 años de crecimiento turístico pusieron las bases de un modelo económico que, lentamente, ha ido haciendo aflorar deseconomías, segregación social y problemas ambientales cada vez más difícils de afrontar. Un modelo económico donde el turismo se ha apropiado del territorio, del patrimonio y ha arrinconado otros sectores económicos como el industrial y el agrario. Hoy ya podemos hablar sin rodeos de monocultivo absoluto, solo diversificado en diferentes versiones y modalidades de explotación turística. De reivindicar, durante la transición, diversidad y equilibrio entre los sectores productivos (agricultura, industria, servicios) hemos pasado a reclamar diversidad y equilibrio entre las diferentes modalidades de explotación turística (hoteles, apartamentos, residencias, alquiler turístico, etc.).

Palma inmersa en el período de la transición democrática.

Después de la crisis de 1973 y la muerte del dictador en 1975, la ciudad pasó por un período de transición intenso y agitado en paralelo al que pasaba en el resto del Estado. Aparecían más partidos políticos y surgían o revivían diferentes sindicatos, a la vez que veían la luz nuevas entidades empresariales. Entre estas, las del pequeño comercio, la PIMEM, la CAEB y las federaciones hoteleras, que cogieron más protagonismo mientras que el Fomento del Turismo iba menguando su poder.

La agitación política era intensa. Todavía se recuerdan hechos como el cierre en la iglesia de San Miquel por un colectivo de obreros parados, o el primer mítin de Felipe González (1976) y los posteriores de Manuel Fraga i Santiago Carrillo, con las izquierdas llenando la plaza de Toros y las derechas el Palacio Municipal de Deportes.

Aquellos años de la transición fueron críticos para el turismo, puesto que todo el modelo que había surgido del franquismo se ponía en cuestión a raíz de la crisis comenzada en 1973. Algo iba mal y se tenía que corregir. La crítica general contra la destrucción del territorio empezó a calar en la ciudadanía. Durante estos años hubo movimientos sociales muy importantes, como el que estaba en contra del parking ante la Seu (“Parque sí, parking no”) que daría lugar al parque del Mar o contra las urbanizaciones a sa Dragonera y es Trenc. La conciencia medioambiental irrumpía con fuerza junto a los anhelos de democracia y libertad y se mantendría viva y activa hasta la actualidad.

Al mismo tiempo  se hacía un trabajo intenso para recuperar la cultura propia con el Congreso de Cultura Catalana o las Fiestas de San Sebastián que hacía 60 años que no se celebraban. Eran los años de “la apertura” durante los cuales llegaban películas que marcarían aquella época, como La Naranja Mecánica o El último tango en París.

La ciudad gira hacia a la izquierda.

Después del referéndum de la Constitución, vinieron las elecciones generales que ganó la UCD de Suárez. Pero en las primeras elecciones municipales democráticas postfranquistes (1979), la ciudadanía de Palma eligió a Ramon Aguiló, uno de los alcaldes más jóvenes del país que gobernaría 12 años, hasta el 1991. Había nuevos partidos y nuevos gobernantes y, con ellos, las nuevas ideas sobre urbanismo, sobre el papel de la mujer y sobre la cultura, salieron a la luz con ganas de hacerse realidad.

Apenas después de las elecciones municipales de 1979, en la década del 1980, pasada la pesadilla del golpe de estado de Tejero (1981), se abrió un período socialdemócrata de 12 años con cambios importantes para la ciudad. Dos novedades coincidieron en el urbanismo español y, por extensión, en el de Palma: el urbanismo democrático por un lado y, por el otro, la irrupción de los nuevos vientos neoliberales globales -impulsados a Europa por Margaret Thatcher desde el 1979 y en los USA por Ronald Reagan desde el 1981- que tanto afectarían el urbanismo de las ciudades vinculadas a la economía capitalista.

El nuevo urbanismo democrático se abría camino para dar soluciones a nuevos y viejos problemas gracias a otro modelo de ciudad que la izquierda intentará implementar desde los consistorios. Un nuevo urbanismo que se había forjado entre los cuadros de la oposición antifranquista y que, en gran parte, llegaba gracias a la influencia de los urbanistas italianos de izquierdas. El nuevo modelo de ciudad era por una parte, una ciudad con equipaciones de toda clase (bienestar social, sanitarios, educativos, deportivos, etc.) y para todos los barrios; y por otra la rehabilitación del centro histórico renunciando a las políticas de cirugía urbana como las que ya se habían ejecutado anteriormente en Jaime III con el Plan Alomar de 1943. Estos serán dos de los ejes más importantes del nuevo proyecto socialdemócrata para la ciudad, que cogerá cuerpo con la aprobación del PGOU de 1985 y que estará vigente durante 13 años, hasta 1998.

El PGOU de 1985 también dibujaba otras ideas trascendentes para la ciudad, como por ejemplo la propuesta de conversión de seis calles del denso ensanche palmesano en zona de peatones para convertirlos en ejes cívicos. Una propuesta pensada para contrarrestar la carencia de espacios centrales que articularan los barrios del ensanche que no vería la luz hasta años más tarde, y solo para dos de los seis ejes cívicos propuestos.

Por otra parte el plan de 1985 volvió a las densidades originales del ensanche del plan Calvet de 1901 que habían sido modificadas al alza por los planes de 1963 y, en menor medida, por el de 1973. Actuaciones puntuales como la rehabilitación del Escorxador, al final del eje cívico de Blanquerna, intentaban también calificar el desarticulado ensanche.

En cuanto a nueva urbanización, el PGOU del 85 no desclasificó  suelo urbanizable, mantuvo las previsiones de nueva urbanización del plan de 1973, a pesar de modificar algunos de sus aprovechamientos. También mantiene el trazado de la red arterial que el MOPU ya había incorporado al plan de 1973, una red a la cual las autopistas metropolitanas tenían vía libre.

Imagen: Vía de Cintura. Jaume Gual.

A pesar de que el urbanismo del primer ayuntamiento democrático bebía del urbanismo de izquierdas de la década del 1970, al final de la época socialdemócrata se adoptaron algunas decisiones que ya anunciaban los nuevos tiempos neoliberales. Una de ellas, en desacuerdo con la filosofía originaria del plan, fue la decisión de ubicar el campus de la UIB en el km 7,5 de la carretera de Valldemossa, frente a la alternativa, inicialmente planteada en el avance del plan (1983), de un campus integrado dentro de la trama de la ciudad.

Otra medida ya de inequívoco cuño neoliberal que adoptó el consistorio de izquierdas, ahora ya con pacto con UM, fue su modificación puntual, pocos años después de su aprobación definitiva, para permitir la instalación a Palma de grandes superficies comerciales como El Corte Inglés o el centro comercial de Porto Pi. Dos grandes superficies que obtendrán la licencia más tarde, ya bajo el mandato del conservador Joan Fageda. Estas medidas adoptadas por el ayuntamiento de izquierdas comenzaban el melón de un tipo de políticas urbanas que serían habituales algunos años después impulsadas por los gobiernos conservadores.

La recuperación de la ciudad antigua fue cobrando protagonismo con los planes especiales del Puig de Sant Pere (1977) y de la Calatrava (1989) como buques insignia de un urbanismo de izquierdas. Es el contexto donde nace con fuerza una nueva entidad social que será capital para el futuro de la ciudad: la Asociación para la Revitalización de los Centros Antiguos – ARCA.

El plan del Puig de Sant Pere adoptó decididas medidas para el mantenimiento de la población residente a pesar de la revalorización que suponía la reforma urbana. Por el contrario, el de la Calatrava, modificado por los conservadores en 1993, ya se ejecutó en plena fase neoliberal, siendo uno de los más claros ejemplos de planes de reforma interior que impulsarían la gentrificación.

La vida cultural de Palma en la década del 1980 se da en un nuevo contexto político e institucional en el cual, a diferentes escalas administrativas, deben coexistir tres políticos muy diferentes: Gabriel Canyelles de Alianza Popular, en el Gobierno de la Comunidad Autónoma; Jeroni Albertí de Unión Mallorquina, en el Consell Insular de Mallorca; y Ramon Aguiló del PSOE, en el Ayuntamiento de Palma.

Desde el Ayuntamiento de Palma se desplegó una política que cambió los grises referentes culturales franquistas con festivales anuales muy populares como el de Teatro y el de Jazz, la recuperación del Desfile por las fiestas de carnaval o el concurso Pop Rock. Son años de un fuerte dinamismo ciudadano, como muestran las exposiciones de Antoni Tàpies o de Henry Moore, así como una madurez de nuestra cultura como patentaron los premios de las letras catalanas a Carme Riera o a Aina Moll. También son años en el que el tiempo pasa para personajes de renombre: nos dejan Robert Graves, Joan Miró i Llorenç Villalonga.

Palma se integra en la órbita neoliberal que domina en Europa.

Con la victoria conservadora de 1991 el Ayuntamiento volvió a ser gobernado por la derecha de la ciudad con Joan Fageda y Catalina Cirer en la alcaldía, un dominio conservador que durará 16 años, hasta 2007, y que hasta entonces ya se daba en las instituciones insulares y autonómicas. Con esta coyuntura la ciudad empieza un largo período decididamente marcado por el contexto internacional neoliberal, ya bastante hegemónico en el mundo occidental. Se abandonaba así el ideario de la etapa anterior socialdemócrata que proponía una ciudad heterogénea con integración y mezcla de usos, frente a las propuestas de articular la ciudad sobre grandes polígonos monofuncionales formalmente homogéneos que devolvían a las propuestas de los planes anteriores.

El nuevo ciclo político conservador, con su nuevo rumbo económico, generará importantes casos de corrupción. El caso del cementerio Bon Sosec (1992) afectó el alcalde Fageda y, pocos años después, el caso Túnel de Sóller causó la caída política de Gabriel Canyelles (1995). Estos casos marcarán el punto de salida de otros muchos, protagonizados la mayoría por Jaume Matas como Presidente de la Comunidad Autónoma en la legislatura 2003-2007.

Mientras tanto Palma aprobaba el nuevo PGOU conservador (1998) de marcado signo neoliberal, especialmente a causa de su modificación de 2006, que reemplazó al plan de 1985. Se hacían los cambios normativos necesarios para favorecer la revalorización urbana no productiva y el agobiante dominio del negocio turístico e inmobiliario. Son los años del plan Mirall y de una gran inversión económica, con importantes fondos europeos, que aterrizan especialmente en el centro histórico. Políticos conservadores como José María Rodríguez i Javier Rodrigo de Santos tuvieron un protagonismo clave en esta etapa.

Si con el plan especial del Puig de Sant Pere, lentamente, las casas se rehabilitaban y los vecinos que querían podían quedarse a vivir en el barrio con alquileres adecuados a su situación económica, con el plan especial de la Calatrava (modificado el 1993), el de la Gerreria (1995) y las actuaciones vinculadas al plan Urban (1997-99), el efecto social sobre las poblaciones de los respectivos barrios fue de signo muy diferente.

Dos problemas afloraron con estas actuaciones: por un lado, el poco respecto a la trama medieval de la Gerreria denunciado por ARCA; y, por el otro, el desplazamiento de los vecinos que no pudieron asumir los nuevos precios, tanto de compra como de alquiler, que las reformas urbanas implicaban. A diferencia del plan del Puig de Sant Pere, los vecinos de los barrios no estuvieron protegidos del desplazamiento (expulsión de facto) que suponía la entrada de inversores ávidos de rentas urbanas.

También son los años durante los cuales se construirán grandes equipaciones como el hospital de Son Llàtzer, la nueva prisión y, más tarde, el hospital de Son Espases. También se intensificará el dinamismo cultural y se rehabilitarán espacios abandonados para hacer iniciativas culturales como Es Baluard, el Escorxador, el Gran Hotel, Can Bordils o Can Oleo. Otros se estrenarán, como el nuevo conservatorio o la Fundación Pilar y Joan Miró (1992) que, desde el 1981, había cedido obra en el Ayuntamiento para crearla.

En consonancia con los grandes proyectos de cuño neoliberal de la época, hay que mencionar las reformas y ampliaciones del puerto de Palma y, especialmente, la del Aeropuerto del 1997 (hub de Air Berlin desde el 1998) que llevó a cabo la administración estatal. Esto hizo posible incrementar la afluencia de visitantes, lo que aumentó bastante la presión demográfica y ambiental sobre la ciudad. La estrategia no era ni es otra que traer el máximo de turistas posible, tanto vía aeropuerto como vía cruceros, y dar el máximo de cobertura a los barcos comerciales que tenían que abastecer de bienes y mercancías la renovada industria turística. Todo ello hizo que Palma entrara definitivamente en el circuito internacional del negocio inmobiliario y de turismo urbano. Las nuevas tendencias de los inversores, con los ojos especialmente puestos en los centros históricos, hacen que el turismo urbano coja un gran vuelo.

En la misma línea, pero ahora en zona turística, hay que mencionar la puesta en marcha (2005) del Consorcio de la Playa de Palma para la reforma del principal complejo turístico de la ciudad, un organismo que implementará diferentes estrategias según los actores y paradigmas políticos dominantes. Las primeras propuestas eran más tendentes a la intervención pública con promesas de fuertes inversiones estatales; mientras que las finalmente impuestas, una vez asumida la agenda de la austeridad a partir de 2010, han sido de signo neoliberal con la incentivación de la inversión privada como principal estandarte.

Durante este período, la ciudad de Palma hace un cambio cuantitativo, pasa de ser una ciudad mediana a ser una ciudad grande, perdiendo buena parte de su encanto como ciudad moderna y a la vez cosmopolita para pasar a ser una ciudad posmoderna y global. Durante aquellos años nos dejan personas que habían sido protagonistas culturales del pasado como Camilo José Cela, Francesc de Borja Moll, Joan Bonet, Remígia Caubet, Josep Mi Llompart o Guillem de Efack. También nos dejan personas muy relevantes por sus ideas como Gabriel Alomar o Andreu Ferret y personas animadoras de la vida de Palma como Bonet de San Pedro, Xesc Forteza y Catalina Valls.

Palma cae de lleno en la crisis inmobiliaria y financiera.

En la legislatura 2007-2011 la izquierda (con UM) vuelve a gobernar la ciudad, con Aina Calvo de alcaldesa. Un nuevo gobierno de izquierdas después de 16 años de gobiernos de derechas coincidiendo con el inicio de la crisis económica (2007/08) y los recortes. A pesar de esto, hay unos primeros intentos de medidas keynesianas, como las vinculadas al plan E del gobierno central, que se abandonarán rápidamente a partir del 2010 cuando desde Europa se impusieron las políticas de austeridad. La ruptura con UM por sus casos de corrupción dejan al gobierno de Aina Calvo en minoría y, en 2011, en contexto de austeridad neoliberal, perderá las elecciones frente a Mateu Isern del PP. Seguramente la actuación más importante del gobierno de Aina Calvo fue el proyecto y puesta en marcha del eje cívico de Blanquerna, hoy en día plenamente consolidado. Uno de los seis ejes cívicos propuestos por el plan de 1985 pero que hasta su legislatura casi no habían pasado de la fase de propuesta. Los primeros carriles bici de la ciudad también datan de la etapa de la alcldía de Aina Calvo.

En 2008, como es conocido, estalla la burbuja hipotecaria y urbanística con especial virulencia en los países que habían apostado por la revalorización urbana como forma de acumulación de rentas. El estallido provocó la crisis económica más profunda que ha vivido Palma en el período democrático. La crisis deja mucho paro en la ciudad, muchos inmigrantes vuelven a sus lugares de origen y Palma vive un frenazo del sector de la construcción paralelamente a la disminución del turismo.

El mismo 2008 el Gobierno progresista pone el marcha una ley de actuaciones urgentes, la llamada ley Carbonero, para promover suelo para vivienda tanto pública como privada y que, en el caso de Palma, genera el proyecto de urbanización de Son Bordoy, en segunda línea del Molinar que debe posibilitar la construcción de 750 viviendas. Un proyecto no ausente de críticas ecologistas y vecinales.

Con la crisis aumentan las desigualdades entre clases, la fragmentación social y mucha gente pierde la vivienda por desahucios hipotecarios o de alquiler. También estallan una gran cantidad de casos de corrupción que afectarán las instituciones. Esto provocó, entre otros, la desaparición de UM. Es cuando irrumpen nuevos movimientos sociales como el 15M y nuevos partidos políticos como Podemos que marcarán toda la década. Podemos ocupará un lugar relevante a la izquierda del PSOE y de Més con los cuales compartirá, desde 2015, el poder en Cort, en el Consell de Mallorca y en el Gobierno Balear. El multipartidismo llega a toda España y la derecha y la izquierda se irán recomponiendo respecto a los espacios que copaban hasta entonces.

Imagen: El 15M en la plaza de España. Ultima Hora.

La estrategia de salida de la crisis fue impuesta por el sistema financiero europeo a partir de 2020, cuando el gobierno central presidido por Zapatero opera un cambio de rumbo en la política económica hacia la austeridad. Este cambio lo simboliza la modificación el 2011 del artículo 135 de la Constitución (consensuado por PP y PSOE) que prioriza pagar las deudas de la administración pública con la banca frente a otros gastos. Todo esto se desarrolla en pararelo al rescate de la banca y a la reforma laboral de 2012, directamente vinculada a los intereses empresariales.

A partir de los años 2010-2012 el nuevo rumbo de la inversión ha generado un crecimiento intenso del turismo en diversas modalidades. Agotada la posibilidad de extracción de rentas vía hipotecas, será el alquiler el nuevo yacimiento a explotar tanto en versión residencial como turística. El alquiler turístico se dispara gracias al impulso de las nuevas plataformas intermediarias que operan a través de internet, como Airbnb u otras.

El gobierno conservador de Cort de la legislatura 2011-2015 −a través de la Fundación Turisme Palma de Mallorca 365− pone en marcha la campaña de promoción turística “Passion for Palma” con tal de favorecer el negocio turístico y da vía libre a la ocupación de los espacios públicos para actividades de restauración, como ocurrió en el paseo del Borne.

El turismo de cruceros aumenta entre otras cosas gracias a la ampliación de infraestructuras portuarias y del tamaño de los llamados megacruceros.

Así mismo, el turismo como principal sector económico parece que nadie, o muy pocos, quieran cuestionar. El antiguo objetivo de conseguir un mayor equilibrio entre los sectores económicos está completamente olvidado y ahora sólo se discute qué tipo de turismo puede ser más interesante. El ejemplo del Palacio de Congresos ilustra perfectamente lo que decimos. Iniciado el proyecto por los conservadores el 2004, ha visto cómo todo el arco político y desde diferentes instituciones lo han tenido sobre la mesa, pero en ningún momento se ha visto seriamente cuestionado. Un preoyecto del cual se desmarca la inicial inversión privada y que, finalmente, tiene que asumir la administración pública con un coste de unos 130 millones de euros, en un momento en el que los desahucios de sus casas de gran parte de la población se acelera dramáticamente.

Imagen: Palacio de Congresos de Palma. palmacongresscenter.com

Palma, la ciudad turística que entra en crisis

Desde 2015 vuelve a haber gobierno de izquierdas en el Ayuntamiento de Palma pero las medidas estructurales estatales como la famosa Ley Montoro (2013) y la reforma laboral (2012), siguen plenamente vigentes, lo que provoca que las políticas progresistas topen con barreres difíciles de saltar. Fruto de esta batalla, el Ayuntamiento de Palma toma medidas contundentes como la prohibición del alquiler turístico en todos los plurifamiliares, la restricción de nuevas aperturas de hoteles urbanos o la puesta en marcha de la revisión del nuevo plan urbanístico de la ciudad. Se intenta dar la imagen de una nueva política pero sin renunciar al turismo masivo: del “Passion for Palma” de los conservadores se pasa al “Benvingut Turisme Sostenible” (2016) impulsado desde el nuevo gobierno progresista de la CAIB.

La salida de la crisis se hace con un aumento de la intensidad turística sobre la costa de la bahía de Palma y buena parte de su centro histórico. El tsunami inmobiliario, con su corolario de desahucios hipotecarios y de arrendatarios, se expande desde el centro histórico y Santa Catalina, hacia partes del ensanche como Pere Garau. El Ayuntamiento tiene serias dificultades para contener el problema y buena parte de ellas son causadas por los impactos en la organización municipal del elvado número de casos de corrupción de la policía local y otros funcionarios vinculados, sobretodo, al caso Cursach. La presión demográfica vuelve a revivir, ya que vuelve a subir la afluencia turística y la necesaria inmigración para poder dar servicios al crecimiento del turismo en sus diferentes y nuevas modalidades.

El incremento de la intensidad turística genera una renovada crítica que reclama un  nuevo modelo económico, ya que constata claramente que más turismo no genera forzosamente más bienestar. Los brotes de turismofobia se explican en parte desde esta nueva perspectiva crítica. La falta de progreso social y laboral hacen que la supuesta salida de la crisis no llegue a gran parte de la población. Palma se encuentra saturada, herida por la corrupción y con dificultades en muchos barrios, es la otra cara de la moneda del crecimiento económico/acumulación de rentas que se lleva a cabo de la mano de la doctrina liberal.

Palma lucha por no morir de éxito desde muchos frentes públicos y privados, también a través de diferentes plataformas sociales, que se coordinan con otros movimientos de otras ciudades europeas, con la esperanza de cambiar el rumbo que nos marca la globalización neoliberal.

Imagen: Manifestación de la Plataforma contra els megacreuers en el Port de Palma. Jaume Garau.

Revisat per

Onofre Rullan

Onofre Rullan es catedrático de Geografía de la UIB. Entre 1999 y 2003 ocupó el cargo de Director General de Litoral del Gobierno de las Islas Baleares. Como profesor e investigador de la UIB ha participado en diferentes equipos en torno a la planificación urbana, regional e historia del poblamiento. En 1997 recibió el Premi d’urbanisme Gabriel Alomar i Esteve del Consell de Mallorca por el trabajo titulado «El Sistema Territorial i Urbà de Calvià» y, en 2002, el 1r Premi Lluís Solé i Sabarís de Geografia otorgado por el Institut d’Estudis Catalans por el ensayo «La construcció territorial de Mallorca», publicado en 2002 por la Editorial Moll. Recientemente (2018) ha publicado, con Sònia Vives y Jesús M. González, «Geografías de la desposesión de vivienda a través de la crisis. Los desahucios Marca Palma».

Nota: El autor del texto es el colectivo “Palma XXI”. La persona que hace la revisión no tiene porqué coincidir totalmente con las ideas que expresa el autor.

Fonts consultades:

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Referencias en págines web

Ciudades para el siglo XXI – Palma de Mallorca, ciudad en azul https://www.rtve.es/alacarta/videos/ciudades-para-el-siglo-xxi/ciudades-para-siglo-xxi-palma-mallorca-ciudad-azul/5455999/