La ciudad moderna: de 1900 a 1936
La llegada de la República a Ciutat

La llegada de la República a Ciutat

La llegada de la República a Ciutat

La caída de Primo de Rivera fue también otro episodio trágico de la historia de España, puesto que el dictador acabó forzado a exiliarse en París, donde murió al cabo de seis semanas, dicen que de diabetes y tristeza. Después se abrió un periodo de transición de 1930 a abril de 1931, bajo la dictadura de otro general africanista, Damaso Berenger. A pesar de que había sido condenado por negligencia en el desastre de Annual, ahora era Jefe de la casa real.

En este breve periodo, se forjó el «pacto de San Sebastián» entre las fuerzas políticas antimonárquicas y progresistas, para enterrar la monarquía y establecer la Segunda República. Una solución a la crisis política del momento, pero que también se tiene que entender como una salida democrática a la crisis del estado liberal y paternalista que durante 57 años había sido liderado por el bipartidismo y la monarquía. Solución también al bipartidismo tan criticado, pero también puerta abierta a la complejidad política y al caos de la multiplicidad de actores políticos que buscan su rédito y su espacio de poder.

En un ambiente nacional eufórico, Palma fue la segunda ciudad del estado español, después de Barcelona, donde se proclamó la República, aunque en las elecciones de abril de 1931 ganaron los monárquicos, (ver Fig 1). Esto mismo pasó en otras capitales de provincia, como Lugo, Girona, Ávila, Burgos, Pamplona, Soria y Vitoria.

Fig 1.- Tabla de los resultados de las elecciones municipales del 12 de abril en Palma. Elaboración propia, a partir de los datos publicados en el diario Ultima Hora unos días después de las elecciones.

El 14 de abril se proclamó la República porque en las ciudades grandes el voto republicano fue claramente superior al monárquico. El rey reconocía la derrota con estas palabras: «Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo (Hemeroteca diario ABC, Madrid, 17 de abril de 1931). La proclamación de la República en Palma se hizo desde el balcón del Ayuntamiento, con discursos de diferentes políticos, entre ellos los de Alexandre Jaume, Francesc Villalonga e Ignasi Ferretjans. Jaume hizo la primera proclama del nuevo Ayuntamiento, para explicar que ocupaba el cargo de Alcalde accidental por enfermedad de Llorenç Bisbal.

Podemos decir que en general fue una jornada pacífica, puesto que la derecha aceptaba el destino que le tocaba jugar. Pero desde un buen principio el tiempo político se aceleró y Palma entró en un intenso dinamismo que ya no se pararía hasta muy entrada la guerra civil. La preocupación máxima de Alexandre Jaume, compartida por los otros dirigentes republicanos y muy clara en la proclamá que publicó, fue mantener la orden y garantizar el respecto a personas y bienes, para dar una imagen de madurez política del nuevo régimen.

El republicanismo de Palma se fue haciendo fuerte cuando vio la proclamación de la República en el resto del Estado Español. Cuando en el mes de mayo se repitieron las elecciones por denuncias de irregularidades, ganaron las fuerzas pro republicanas en 8 de los 9 distritos electorales de Palma. Estas serían las primeras y últimas elecciones que ganaría el republicanismo municipal de izquierdas.

La reacción de la Iglesia fue la de aceptar la realidad de la crisis monárquica, aunque sabía perfectamente que iba en su contra. Desde los tiempos de la semana trágica de Barcelona, la reacción contra el republicanismo, laicismo y socialismo fue creciente en diferentes ámbitos de la Iglesia. Según Josep Massot, exceptuando las actitudes minoritarias que celebraban con alegría la República, “…el pueblo mallorquín era conocido desde siempre por su apatía ante la política y por su tónica conservadora, que se traducía en un predominio indiscutido de los partidos de derechas. El clero, como es lógico, participaba con pocas excepciones de estas características, empezando por su arzobispo-obispo Josep Miralles…«.

Durante la primera parte de la República, del 31 al 33, la época gestionada por las izquierdas, los alcaldes de la Palma republicana, personas excelentes y entregadas al trabajo, cambiaron a menudo, siguiendo la norma de qué eran denominados por el Gobernador. Por lo tanto los cambios de alcaldes se hacían según las circunstancias de la persona y la dinámica política que se imponía en España. La Segunda República no tuvo tiempo de cambiar esta norma.

Llorenç Bisbal, líder socialista histórico, fue el primer alcalde de la República desde el mes de abril hasta el de octubre del 31, sólo 6 meses, acompañado por los socialistas Crespi y Ferretjans. Las crisis obreras portuarias y su estado de salud, que finalmente lo llevó a la tumba en 1935, lo hicieron abandonar el cargo a favor del veterano republicano Francesc Villalonga. Este ocupó el cargo desde octubre de 1931 hasta mayo de 1932, también sólo 6 meses, puesto que también tenía problemas de salud y murió al cabo de poco tiempo de dejar la alcaldía. Durante su mandato se aceleraron las obras del plan de infraestructuras educativas, diseñado por Capó y Guillem Forteza años antes. Después de Villalonga le seguiría el republicano Bernat Jofre, desde junio de 1932 a enero de 1933. Bernat Jofre tuvo una vida más larga y una carrera política y civil muy interesante, llegando a ser después de su exilio, la persona de confianza de David Rockefeller en Venezuela y más tarde, traductor de la ONU. A Jofre le seguiría Josep Tomàs Rentería, también republicano y médico, hasta diciembre del 33, momento en el que fue denominado alcalde Emili Darder. Tomàs huyó del golpe de estado hacia Marruecos y después pasó a México, donde murió a los 49 años.

Por otro lado, la república tuvo que afrontar, ya desde sus inicios, el debate de la plurinacionalidad de España, forzada en cierto modo por la declaración de la República Catalana que hizo Francesc Macià el mismo 14 de abril. Inmediatamente, se consensuó entre el nuevo gobierno del estado y los republicanos catalanes, un pacto de «no agresión» que condujo a la elaboración, discusión y aprobación por parte de las cortes españolas del Estatuto de Autonomía de Cataluña. El 9 de septiembre de 1932 Cataluña recuperaba la Generalitat y Francesc Macià era su Presidente.

El ejemplo de Cataluña estimuló a los regionalistas mallorquines que enseguida constituyeron una comisión redactora del Estatuto de las Islas Baleares. Una de las entidades que lideraban el proyecto y que primero hablaron de un Estatuto por todas las Islas fue la Cámara de Comercio, que enseguida decidió sumar esfuerzos con la otra iniciativa surgida de la Asociación por la Cultura de Mallorca, que en aquellos momentos presidía Emili Darder. Desde las dos entidades se impulsó un texto que se quería aprobar el mismo verano del 32 en unas jornadas que se celebrarían en el Teatro Principal.

El debate se dirigió por unos caminos diferentes del de Cataluña. A pesar de que había un número muy importado de entidades congregadas, no había ninguna representación de Menorca. Esto se justificaba con la idea de que todavía no se habían constituido las cortes republicanas, pero en realidad era que la sociedad menorquina, temiendo el centralismo de Mallorca, no estaba cohesionada para ir hacia una unión político-administrativa con las otras Islas. Finalmente, no participó aquel verano, ni en diciembre del 31 cuando se volvió a hacer un intento después de que se aprobara el Estatuto Catalán.

Esto abrió un agujero político difícil de gestionar. Los mallorquines tenían tres opciones: a) no hacer un estatuto para Baleares y seguir con el centralismo de Madrid; b) buscar una fórmula de adhesión a la autonomía de Cataluña, que era lo que defendía Gabriel Alomar, contra todos, especialmente de Lluís Alemany y Francesc Villalonga, o, c) intentar un Estatuto para Mallorca. La historia se decantó por la primera. A pesar de este revés, la catalanización de las instituciones públicas iba adelante y el ministro de la Gobernación obliga a todos los funcionarios de Mallorca a conocer perfectamente el catalán. Al fin, la lucha de muchos años del republicano Lluís Martí vio sus frutos.

Alexandre Jaume desde su escaño de diputado en Madrid, ganado a las elecciones de 1931, seguía los debates a las cortes sobre el Estatuto Catalán y se decantaba por las ideas de Ortega al respeto. En su libro «Impresiones de un constituyente» que redactó en forma de artículos que publicaba en el Obrero Balear para dar a conocer directamente lo que pasaba en las cortes españolas, decía: » será seguramente aprobado por las Cortes el Estatuto de Cataluña y quedará zanjada, de momento, la cuestión catalana que desde hace tantos años, viene gravitando sobre la política española. Abrigamos la esperanza de que esa fórmula de convivencia acentúe las relaciones fraternas entre Cataluña y las demás regiones y hará desaparecer para siempre los recelos y las suspicacias que hasta hoy han existido entre los habitantes de una y otra parte del Ebro. El problema no queda, como hemos dicho, resuelto definitivamente. El ideal nacionalista seguirá vibrando a menos que Castilla sepa, a través del tiempo, asimilarse a Cataluña, como ha sabido asimilarse a Asturias y a León. Pero Cataluña y Castilla podrán conllevarse, según frase de Ortega, sin peligro de la unidad nacional«.

Más adelante, en el libro mencionado, habla de la autonomía de Baleares y define su postura, en cierto modo parecida a la de Gabriel Alomar. Para él, si no existe una posibilidad de integrarnos en el Estatuto de Cataluña, que es lo que él desearía, y no se puede aprobar un Estatuto para todas las Islas, puesto que Menorca no quiere participar en el Estatuto que Mallorca le propone, se tiene que buscar otra solución.

Jaume defendió una autonomía «por grados», y prolongada en el tiempo. Primero se tenía que hacer la descentralización administrativa, para conseguir después una autonomía del mismo nivel que la de Cataluña, cuando la situación y la conciencia del pueblo lo permitieran. Finalmente y como ideal, integración en Cataluña. Después de un análisis interesante sobre el caciquismo, propone la adopción de la fórmula canaria de Cabildo, propuesta en cierto modo por Menorca ya en 1912, fórmula que supone un paso hacia la descentralización para ir después más adelante y llegar a un Estatuto como el de Cataluña. Desgraciadamente, como veremos más adelante, la solución del Estatuto Catalán sirvió por muy poco tiempo, puesto que Lluís Companys declararía en 1934 el Estado Catalán de la República Federal Española… y sería encarcelado.

A pesar del chasco que le causaban estas derrotas y la crisis de las izquierdas en la gestión de los primeros años de la República, su trayectoria y compromiso lo conduciría a hacer muchas gestiones para llevar adelante proyectos importantes de ciudad. Quería hacer de Palma, entonces una ciudad mal comunicada, una ciudad más abierta al mundo, mediante la reforma integral de las comunicaciones marítimas, las aéreas, las postales y las telefónicas. La más conocida fue sin duda la lucha por la cesión definitiva del Castillo de Bellver al Ayuntamiento de Palma. Un espacio emblemático de Ciutat que consiguió para Palma con el apoyo de su amigo Indalecio Prieto. ¿Quién podía pensar en aquellos momentos de alegría que Alexandre Jaume acabaría encerrado en el Castillo de Bellver con su alcalde y amigo, Emili Darder, y que poco después morirían juntos, con Antoni Mateu y Antoni M. Ques, fusilados a la pared del cementerio de Palma?

Revisat per

Alexandre Font Jaume

Revisa el texto Alexandre Font Jaume. Licenciado en Derecho y Doctor en Filología Clasica por la UB y catedrático de latín de Instituto. Está especializado en la presencia de Roma y del mundo clásico en Mallorca, sobre la que ha publicado diversos libros, como «Les Illes a les Fonts clàssiques» o «Una vila romana al Pla de Mallorca».
Es nieto de Alexandre Jaume y el mejor conocedor de su biografía.

 

Nota importanteel autor del texto es el colectivo “Palma XXI”. La persona que hace la revisión no tiene por qué coincidir totalmente con las ideas que exprese el autor.

Fonts consultades:

Referencias bibliográficas

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Referencies en páginas web
Sobre la proclamación de la República
https://ultimahora.es/noticias/local/2011/04/14/37720/palma-la-segunda-capital-espanola-en-proclamar-en-1931-la-republica.html
http://www.diariodemallorca.es/palma/2015/02/01/burguesia-proclamacion-ii-republica-palma/995939.html
Declaración del Rey ante la derrota electoral.
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1931/04/17/003.htm
Joel Bagur. Sobre la posición de Menorca en el 31.
https://www.nuvol.com/entrevistes/joel-bagur-la-identitat-balear-ve-construida-des-del-govern-balear-i-els-seus-mitjans/
Sobre Ignasi Ferretjans
http://www.fideus.com/ignasi_ferretjans_sanjuan%20-%20memoria.htm
Sobre Miquel Ferrà
https://ultimahora.es/vips/quien-es-quien/2010/09/25/1462/francesc-llado-miquel-ferra-fue-una-persona-extremadamente-civica.html
https://ca.wikipedia.org/wiki/Miquel_Ferr%C3%A0_i_Juan
Sobre Emili Darder
http://www.fundacioemilidarder.cat/pagina.php?Cod_fam=1&Cod_sub=3
Sobre Bernat Jofre
https://ca.wikipedia.org/wiki/Bernat_Jofre_Roca

 

Imagen de cabecera: «Comité político de la Conjunción Republicano-Socialista de Palma (abril de 1931)». En la fotografía vemos de pie, de izquierda a derecha, Jaume Bauzà (socialista), Jaume Rebassa (socialista), Alexandre Jaume (socialista), Ignasi Ferretjans (socialista), J. Portas (republicano) y Vicenç Tejada (republicano); y sentados, Josep Tomàs Renteria (republicano), Francesc Julià (republicano), Gabriel Alomar (socialista), Llorenç Bisbal (socialista) y Antoni Pou (republicano). Arxiu de Casa Vila. Publicada en el libro Palma 1931-36: L’Evolució de la Ciutat a través de la imatge.