Palma celebra el primer gobierno de izquierdas desde la Segunda República

La imagen de la mujer de Emili Darder, Miquela Rovira, y el nuevo Alcalde de Palma Ramon Aguiló, juntos al balcón del Ayuntamiento el día de la constitución del nuevo consistorio, expresaba muchas cosas. Una esperanza en el futuro de la ciudad, pero también una reivindicación de su pasado.

Las primeras elecciones municipales democráticas de 1979 fueron una victoria de la izquierda en las principales ciudades de España. Tierno Galván a Madrid fue el Alcalde de más edad y Ramon Aguiló, con 29 años, fue el más joven. También fue el segundo alcalde de Palma socialista en el siglo XX. El primero había sido Llorenç Bisbal en 1931. Al veterano dirigente de la UGT le habría gustado ver que su nieto, que también se llamaba como él, era regidor después de casi 50 años. También por primera vez tres mujeres entraban al consistorio: Catalina Moragues, Matilde Mulet i Margarita Zanoguera.

Debido a la victoria a las generales del 1 de marzo, la UCD esperaba repetir victoria también en el Ayuntamiento de Palma, pero no fue así. En Palma votaron 105.380 personas, solo un 53% del censo de electores, una baja participación, cosa que sería habitual en el futuro. Un 44,1% del voto fue al UCD de Alfonso Suárez, candidatura encabezada por Jeroni Saiz, al que le correspondieron 13 regidores. Un 34, 9% al Partido Socialista de Felipe González, encabezado por Ramon Aguiló, con 11 regidores (aunque, equivocadamente, la web del Ministerio de Interior le otorga 10 y al PSM 2). El Partido Comunista, encabezado por Ignasi Ribas, obtuvo el 8,9% de los votos con 2 regidores y el Partido Socialista de Mallorca, encabezado por Jaume Obrador, un 6,4%, con un regidor. Los primeros días la UCD quería impugnar los resultados de 68 mesas electorales, pero finalmente no lo hizo.

Otros resultados pasaron un tanto desapercibidos para la mayoría de ciudadanos. Los Circulos José Antonio (CJA), partido falangista, obtuvo 1.019 votos, un 0,9%, una prueba de la fuerza de la transición política. Otro partido minoritario, Coalición Democrática, tuvo 3.025 votos, encabezado por Gabriel Canyelles que también esperaba mejores resultados (este partido era una coalición nacional en la cual estaba Alianza Popular de Manuel Fraga). Solo cuatro años después, en 1983, Gabriel Canyelles con AP sería el primer presidente autonómico y, más tarde, sería el más votado de la historia de las Islas Baleares. Por el contrario, el Partido Socialista de Ramon Aguiló obtendría en las segundas elecciones municipales de 1983 la mayoría absoluta, la primera y única vez en la historia del socialismo en Ciutat.

El pacto estaba servido y el 21 de abril de 1979 se constituyó el nuevo consistorio con 14 regidores de las izquierdas y 13 de la derecha. El pacto no fue fácil, puesto que se tenían que conjugar los intereses autonomistas del PSM con los centralistas del PSOE y del PCIB. Estas tensiones entre las izquierdas continuaría hasta hoy en todas las elecciones municipales y autonómicas. Aun así, Aguiló recordaba que: “La política no estaba profesionalizada. Había mucha ilusión, mucha generosidad en la gente del PSOE, y del PCIB y del PSM. Los intereses partidistas no eran los que prevalecían, y yo pude disfrutar de un entendimiento notable con Ignasi Ribas, con Cata Moragues, con Jaume Obrador, que hizo mucho más fáciles las cosas” (pág. 83, Entrevista con Gina Garcías).

Empezaba otra etapa de la historia de Palma. Como pasó en 1931, la revolución pacífica y democrática emergió con las elecciones municipales. En aquellas elecciones de 1931 el Rey Alfonso XIII abdicó cuando vio la explosión republicana en las grandes ciudades. En 1979 la dialéctica no era entre republicanos y monárquicos, era entre una clase social mediana y trabajadora, y una clase social empresarial, oportunista, heredera del franquismo. El año 1979 Suárez aguantó hasta el golpe de estado de Tejero de febrero de 1981. No será hasta el 1982 que el cambio llegará a todo el Estado con la victoria socialista. En Palma, era la primera vez en su historia que en un contexto pacífico y a través de unas elecciones plenamente democráticas que la izquierda gobernaría durante doce años.

Empezaba también otra etapa en la vida del nuevo Alcalde, como él mismo nos relata: “Era consciente que estaba a punto de iniciar una etapa muy dura, que todo cambiaría mucho, que mi vida se complicaba mucho, que todo cambiaría mucho para mí a partir de aquel momento”. (pág. 80, Entrevista con Gina Garcías).

En pocos días el Alcalde Aguiló presentó a las entidades vecinales en el Salón de Plenos las prioridades para los primeros cien días. Entre otras, el Alcalde enfatizó las inversiones importantes que se tenían que hacer por el Parque del Mar, en los barrios más degradados del centro histórico y también en las infraestructuras de servicios básicos de las barriadas. Todo un proyecto nuevo por Palma se haría a través de una revisión del Plan General de Ordenación Urbana de Ribas Piera del 1973, que estaba todavía vigente.

Otros temas que afectaban a toda la ciudad también preocupaban en el nuevo gobierno municipal, como era la sequía que sufría Mallorca, la huelga de taxis, la necesidad de crear una mancomunidad de servicios de transportes con los municipios de Calvià y Llucmajor, la saturación del aeropuerto con ocho millones de pasajeros, o el abuso de la utilización de la vía pública por parte de iniciativas privadas. Cómo se ve, temas que hoy vuelven a estar encima de la mesa del debate ciudadano.

Estaba claro que la memoria histórica se tenía que recuperar, aunque el nuevo gobierno municipal sabía que no seria ni fácil ni rápido. Jaume Obrador fue el responsable de iniciar una normalización de los nombres de las calles: Vía Roma se convirtió en la Rambla; Paseo del Generalísimo en el Borne; General Godet en Palacio Real; José Antonio en la calle de la Constitución; la plaza Héroes de Baleares en Sa Faixina; General Primo de Rivera en la de Gabriel Alomar… Continuaría durante muchos años la normalización de los nombres de las calles, como se puede comprobar en el libro de Gabriel Bibiloni.

Aguiló pudo comprobar enseguida que la vida pública de un Alcalde tenía cosas rutinarias o aburridas y cosas interesantes o sorprendentes, y algunas cosas muy desagradables. Uno de los actos públicos a los cuales asistió el primer año de su mandato fue el funeral en sufragio de Llorenç Villalonga, que se realizó en la Iglesia de Santa Eulàlia el 29 de enero de 1980. Fue presidido por el Ministro de Cultura Ricardo de la Cierva, con la presencia del Presidente del Consell General Interinsular, Jeroni Albertí, y otras muchas personalidades del mundo de la política y de la cultura local.

De las cosas desagradables, que hay siempre en el ejercicio de la política, hay que recordar las pintadas que aparecieron una mañana del mes de noviembre del 79 en algunos lugares de Palma. Pintadas claramente fascistas, que hacían referencia al linaje del Alcalde Aguiló. Sobre estos hechos, decía el ex-alcalde: “Cómo reaccioné? Cómo dicen en castellano: “tragando quina”. Fue un poco doloroso, pero he tenido que pasar momentos mucho peores… Yo estaba preparado psicológicamente para enfrentarme a este tipo de racismo y el hecho no me reblandeció el cerebro”.

 

Però un batle ha de tenir capacitat de resistència contra aquestes agressions minoritàries. També una presència pública en moltes i variades iniciatives, com per exemple la inauguració de l’exposició antològica del pintor Coll Bardolet, la reunió a Istanbul sobre la unió de les ciutats de la mediterrània, un dinar amb Jorge Luis Borges, la cerimònia religiosa en motiu de los Santos Ángeles Custodios, festivitat dels cossos que integren la Policia Espanyola, o el sopar commemoratiu de la quarta reunió extraordinària de la Comisión Internacional de Pesqueries del Atlántico Sud-oriental.

La vida municipal de la mano de los regidores de gobierno estaba muy presente en otras actividades, como muestra de una ciudad plenamente normalizada, moderna y cosmopolita. Es el caso de la participación municipal en la investidura como Doctor Honoris causa de la Universidad a Camilo José Cela; a la inauguración de una magnífica exposición sobre la obra y la filosofía arquitectónica del grupo de origen catalán del GATEPAC 1930-1940, en el Colegio de Arquitectos; a la inauguración de la exposición antológica de Juli Ramis en la Llotja; o los primeros pasos para la creación de la Fundación Miró.

Palma era una ciudad que sabía dar importancia a sus instituciones civiles, como demuestra la conmemoración del 75º Aniversario de la fundación del Fomento del Turismo de Mallorca o la celebración del ascenso del Real Mallorca a la segunda división. Una ciudad que despedía a su último poeta de la Escuela Mallorquina, Guillem Colom. También dijo adiós a Antoni Parietti, ingeniero que tantas cosas hizo por Ciutat y por toda Mallorca, como son las carreteras de Formentor o la de Sa Calobra.

Palma no era ajena al que pasaba en su entorno inmediato. Veía como la formación de los Consells Insulars y la Constitución del Consell General Interinsular tenía una composición política muy diferente, girando claramente hacia la derecha. Jeroni Albertí se hacía fuerte en el Consell de Mallorca y Abel Matutes en el de Ibiza. Mientras, el ex-alcalde de Palma, Paulí Buchens, iba de Presidente del Fomento del Turismo y Josep Melià era nombrado por Adolfo Suárez Secretario de Estado de la Información.

Todo esto pasaba en el contexto nacional de una expectativa de recuperación económica a pesar de que los precios del petróleo volvían a subir. La situación política general era cada vez más crítica, puesto que los atentados de ETA seguían atacando intensamente las fuerzas militares. Mientras se cocinaba otro golpe de estado, la crisis ideológica llegaba al PSOE, y Felipe González dimitió de Secretario General en el Congreso de mayo porque perdió la votación de renunciar a la ideología marxista. Después de unos meses de incertidumbre, se realizó un Congreso Extraordinario donde se definió el PSOE como un partido socialdemócrata y González volvió a su cargo. Quería estar en una posición concordante con otros gobernantes europeos, entre los que empezaba a emerger Margaret Thatcher.

 

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