La ciudad durante el franquismo: de 1936 a 1975
La imposible reforma interior de Palma

La imposible reforma interior de Palma

La imposible reforma interior de Palma

En el capítulo anterior hemos concluido que la reforma urbanística más importante del Pla Alomar fue la que abría, desde el torrente de Sa Riera, una vía hacia el centro, la conocida avenida de Jaume III. Aunque el arquitecto Guillem Forteza ya se había referido a esta vía, la propuesta de Alomar fue, realmente, la más innovadora, puesto que los planes anteriores no la contemplaban en detalle. Además, fue de las pocas propuestas de la primera mitad del siglo XX que se ejecutó con éxito, económico y funcional, y con un reconocimiento que llega hasta hoy, a pesar de algunas críticas de cariz estético o de movilidad. Aun así, se trata de una reforma cuya ejecución final no resultó fácil. Cómo escribió el mismo Alomar en sus memorias, después de que se intentara –sin éxito– que todos los contratistas importantes de Ciutat se agruparan para crear una empresa fuerte y así hacer las reformas de Jaume III y del Mercado, el arquitecto se vio prácticamente solo: “En aquel momento yo me hallaba prácticamente solo (los concejales partidarios de las reformas estaban acobardados) y muchos me consideraban el enemigo público número 1 de la ciudad.” (Memorias de un urbanista, 1939-1979, pág. 42).

Sin duda merece la pena hablar de las otras medidas del Pla Alomar, de su porqué y del destino final que tuvieron. Exceptuando la de Jaume III, la más importante fue la de trasladar a la zona del Olivar el mercado central que hasta entonces estaba situado en la Plaza Mayor. Se trata de la reforma número 6 del plano de la Fig. 1. Este cambio no fue nada fácil, y sus resultados finales son todavía visibles.

En color rojo, la localización de las reformas interiores. Fuente: La reforma de Palma, de Gabriel Alomar.

La plaza Mayor, en 1940, era el fruto de muchas intervenciones que se habían llevado a cabo durante los últimos cien años. Las intervenciones principales habían sido el derribo de la casa de la Inquisición, en 1823, y del Convento de Sant Felip Neri en 1854, piezas claves de la ciudad conventual que en cierto sentido era Palma. El proyecto de la nueva Plaza Mayor seguía el modelo de muchas plazas españolas porticadas, como por ejemplo la Plaça Reial de Barcelona. Gabriel Bibiloni, en su imprescindible libro “Las calles de Palma”, nos da muchos detalles de su evolución. El año 1940, para muchos, era “plaza”, puesto que allí estaba la pescadería central y todo el mercado de otros productos, que había sido trasladado anteriormente desde la parte baja de Palma. Con la reforma número 5 del Pla Alomar, la plaza se completa con unas entradas que tenían unos arcos más grandes y con unas escalinatas que la conectaban con La Rambla. No fue hasta el 1951 que el mercado de la plaza Mayor se trasladó a la plaza del Olivar. La plaza Mayor diseñada por Alomar se fue acabando, hasta que en 1973 se construía un parking a los sótanos, que rompían el túnel que conectaba la plaza de España con el camino de rondas de abajo la Seu.

La necesidad de un mercado central ya se venía planteando desde hacía años. El nuevo mercado tendría que estar en la plaza del Olivar, como finalmente sucedió. Gaspar Bennazar en 1914 y Guillem Forteza en 1935 habían hecho ya diferentes proyectos arquitectónicos que no se habían concretado. Finalmente se llevó a cabo el de Vicente Valls i Gadea, arquitecto municipal de Valencia. Durante las obras se hicieron adaptaciones de los arquitectos Juncosa, García Ruiz y el mismo Alomar. Para hacer posible el mercado había que comprar, expropiar o derribar un montón de casas y abrir nuevas calles, con la idea de higienizar la ciudad. La reforma era importante porque perseguía un doble objetivo: crear un nuevo espacio de mercado y dejar la plaza Mayor como una plaza de paseo, de encuentro y actividades públicas. En las memorias de Alomar, ya citadas, el arquitecto no da muchas explicaciones en relación con esta reforma, porque la da por proyectada por otros, “… por lo cual nos limitamos a introducir dicho proyecto como una de las reformas parciales” (La reforma de Palma, pág. 54)

Aparte de estas dos importantes reformas –la de Jaume III, la de la plaza Mayor y la del mercado del Olivar– las otras se dieron por imposibles. Unas tenían un carácter circulatorio y otras un carácter urbanizador. La reforma número 3 consistía a conectar el puerto de Palma con la plaza de España mediante una vía que transcurría desde el final del Born –la fuente de las Tortugas–, hasta la calle de los Olmos y de allá a la plaza de España.

Ya hacía años que se necesitaba un acceso más directo de las estaciones del ferrocarril al puerto. De hecho, esta es la causa por la cual se hizo el túnel que iba por el centro de la ciudad y salía por un portal de la murada frente al mar. Alomar no explica en detalle esta reforma, puesto que también había sido diseñada por otras personas (Fonseca, Cabañas y Subirana), y tampoco la veía urgente. Según parece, la vía que sí que se quería abrir era una paralela a San Jaime y que transcurría por los jardines posteriores de las calles de Can Cavalleria, Ermità o Gavarrera. También parece que atravesaba el convento de Santa Magdalena, como lo hacía la calle de San Jaume en el tiempo en que la Riera atravesaba la ciudad. Esta reforma no se llevó a cabo.

Alomar diseñó otras vías circulatorias con la idea de conectar la parte baja de Palma con la parte alta, idea ya explorada por Bennazar y Forteza. La reforma número 4 consistía a hacer una media rotonda que iba del principio de la calle de Sindicato hasta la Rambla, pasando por debajo la calle de San Miguel. Alomar nos dice: “Esta importantísima reforma tiene por causa la absoluta necesidad de comunicar la Ciudad alta con la Ciudad baja, en pleno centro urbano” (ibid.). Esta reforma tampoco se hizo.

La reforma número 7 consistía a abrir una vía ancha, parecida a la de Jaume III, que iba desde la nueva rotonda que se situaba a primeros de la calle del Sindicato, hacia la puerta de San Antonio, directamente orientada en la dirección de la carretera de Manacor, con el fin de potenciar la creación de un “foro agrícola”, en palabras de Alomar. Tampoco se hizo.

Sobre estas reformas circulatorias es interesante repasar las memorias de su autor: “La idea básica de mi Plan podía parecer, a primera vista un disparate: tres nuevas vías arteriales convergiendo radialmente hacia el centro geométrico, que peligraba convertirse en un punto de congestión circulatoria. Pero mi intención era precisamente la de reducir al mínimo la circulación en todo el casco antiguo salvo en estas arterias, como medio para ‘peatonizar’ relativamente los sectores urbanos limitados por estas arterias (aunque la palabra peatonizar no se acuñaría hasta muchos años después).” (Memorias de un urbanista, 1939-1979, pàg. 21).

En cuanto a la reforma número 8, la idea era ampliar la calle de Socorro para llegar, por una parte, hasta la gran rotonda de la cual hemos hablado, y, por otra parte, empalmar con la carretera de Llucmajor. La reforma tampoco se llevó a cabo.

Las reformes número 2 y 9 eran similares, pero estaban en los dos extremos de la ciudad. La 9 consistía en derribar totalmente la barriada de la Calatrava y reconstruirla con nuevas edificaciones que miraban hacia la mar. Lo mismo se quería hacer con el Puig de Sant Pere. Cómo es sabido, estas dos reformas tampoco se llevaron a cabo. Ya el mismo Alomar, en sus memorias, dice que el Ayuntamiento, en las bases del concurso, obligaba a introducirlas en el planeamiento, pero que él estaba “totalmente convencido de que estas reformas nunca se llevarían a la realidad.” (Memorias de un urbanista, 1939-1979, pág. 20).

Finalmente quedaban otras reformas circulatorias en el centro de Palma, que también se dieron por imposibles. Las reformas 10, 11 y 12 perseguían conectar mejor la plaza de Cort con el Borne, es decir conectar las dos zonas más populares de la ciudad. Hace falta que recordamos que estos proyectos se encontraban ya en los planes de Gaspar Bennazar y de Guillem Forteza. La idea implicaba tumbar muchas casas, cosa que resultaría muy complicado.

Tres conclusiones se pueden formular en relación con el Pla Alomar y su función en la reforma de Palma. La primera es que, después de 40 años de aprobado el plan del Eixample, los políticos, inversores y constructores todavía preferían invertir “dentro de muradas” que en el mismo Eixample. Las tres reformas importantes se hacen adentro mismo de la ciudad. Otra conclusión es que las reformas que finalmente se llevaron a cabo fueron posibles porque se utilizaba la fórmula de la concesión privada mediante concurso público. Como las reformas circulatorias no dejaban grandes beneficios y suponían muchos problemas, se dejaron por más adelante, a pesar de que no se llegarían a realizar. Cómo dice Alomar a su libro sobre la reforma de Palma: “Un negocio de esta clase, sin embargo, no resulta claro, por ofrecer el gran inconveniente de un considerable desembolso inmediato para ser recuperado dentro de un plazo muy largo, precisamente en circunstancias como las actuales, de poca estabilidad económica.” (La reforma de Palma, pàg. 62). La tercera conclusión, más general, es que desde el Pla Calvet del año 1902, pasando por el de Bennasar del 1917 y el de Alomar del 1943, podemos decir que, en todos ellos, los ciudadanos, empresarios y administradores de la ciudad están mayoritariamente convencidos de la bondad de sus planes, pero la realidad es mucho más compleja de lo que aquellos esperaban, de forma que ninguno de los planes mencionados acaba ejecutándose completamente. En el próximo capítulo veremos las interesantes ideas que plantea Alomar sobre el Eixample.

Revisat per

Gabriel Alomar Garau

Licenciado en Geografía por la Universitat de Barcelona (1996). Doctor en Geografía por la Universitat de les Illes Balears (2012). Profesor del Departamento de Geografía de la Universitat de les Illes Balears, miembro del grupo de investigación Climatología, Hidrología, Riesgos Naturales y Territorio, y del consejo de dirección del Observatorio del agua. Profesor externo de la Escuela Internacional de Posgrado de la Universidad de Granada/Universitat Rovira i Virgili, al Máster Universitario en Análisis y Gestión del Territorio. Desde 2014 es presidente de la comisión de Paisaje de la Asociación de Geógrafos Españoles (AGE). Miembro de la Sociedad Arqueológica Lul·liana y de la Sociedad Catalana de Geografía (Instituto de Estudios Catalanes), entre otros organismos. Entre 2007 y 2014 fue presidente del Colegio Oficial de Geógrafos de las Islas Baleares.

Fonts consultades:

Referencias bibliográficas

Alomar Esteve, Gabriel. La Reforma de Palma. 1950.

Alomar Esteve, Gabriel. Memorias de un urbanista, 1939-1979. Miquel Font Editor, 1986.

Forteza, Guillem. Bodas de Plata Profesionales, 1916-1941. Barcelona i Palma, 1941.

Forteza, Guillem. L’esdevenidor de la nostra ciutat. Urbanisme mínim. Ciutat de Mallorca, 1934.

Seguí Aznar, Miguel. Arquitectura contemporánea en Mallorca, 1900-1947. Universitat de les Illes Balears i Col·legi Oficial d’Arquitectes de les Balears, Palma, 1990.

Garcia Delgado, Carlos. “Evolución y permanència del centro histórico”. Revista Construccion de la ciudad, núm. 13. Mayo de 1979.

 

Referencies en páginas web:

Actes de l’Ajuntamet de Palma, 1940-1943:

https://pmi.palmademallorca.es/arxiu/actes/actes_1937_1978/actes_1943/AH-2211_2_19430212.pdf

 

Imagen de cabecera: Proyección de la reforma 9, que consistía en derribar la barriada de la Calatrava y reconstruirla con nuevas edificaciones que mirasen hacia el mar. Fuente: La reforma de Palma, de Gabriel Alomar.