La ciudad durante el franquismo: de 1936 a 1975
Alomar lidera la reforma de Palma con la ayuda económica de Joan March

Alomar lidera la reforma de Palma con la ayuda económica de Joan March

Desaparecido Gaspar Bennazar en 1932, y menguada la fuerza creativa de su rival Guillem Forteza, el principal urbanista de Palma entre los años 40-70 será el arquitecto Gabriel Alomar Esteve, que a través de su Plan de Reforma de Palma recogerá el testigo de liderar la construcción de la ciudad moderna. Alomar era sobrino nieto del escritor y político exiliado Gabriel Alomar Villalonga, muerto en Egipto el 1941. Comprometido con la defensa de la cultura propia, también fue uno de los 151 intelectuales mallorquines que firmaron, muy poco antes de la Guerra Civil española, la famosa Respuesta a los catalanes, un manifiesto a favor de la recuperación de la lengua y la cultura catalana en las Baleares.

Las circunstancias de la posguerra lo llevaron a tomar parte – junto con los arquitectos mallorquines más reconocidos- en el congreso de arquitectos falangistas que se hizo en El Escorial el julio de 1939. Este mismo año diseñó el monumento de Sóller a los caídos en la guerra, monumento sobre el cual ARCA escribió: “Como si de la fachada de un templo griego se tratase, magníficamente trabajado sobre una escalinata de la que se levantan unas columnas cuadradas que soportan un dentellón cono una inscripción”. Alomar también había diseñado, en el marco de su Plan de Reforma, una obra monumental a la Plaza de España palmesana, pero no fue aceptada.

Desde principios de los años 40, Alomar mantuvo una excelente relación con el financiero Joan March y su familia, siguiendo la estela del trabajo de Guillem Forteza, cuando este pasaba más estancias a una clínica de Barcelona que le impedían ejercer la profesión. La admiración de Alomar por Forteza le hacía tomar compromiso por una arquitectura diferente de la que se venía haciendo normalmente en Mallorca. Así se expresa en el prefacio que escribió para el libro de 1946, homenaje a aquel importante arquitecto.

En los años posteriores Alomar destacó por su curiosidad y capacidad intelectual, que le llevaron a viajar mucho y a cursar estudios en el prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT) de los Estados Unidos. También le llevaron a participar activamente al frente de importantes organismos nacionales e internacionales en defensa del patrimonio arquitectónico y sus entornos, como veremos a lo largo de nuestra Biografía. Así mismo, participó en la redacción de la que sería la primera Ley del Suelo español de 1953, y en la declaración del centro histórico de Palma como conjunto histórico-artístico en 1964.

Seguramente, la huella más importante de la obra de Alomar en Palma fue su proyecto urbanístico de reforma. La Comisión Gestora Municipal, en reunión del 7 de febrero de 1940, en el punto 24 del orden del día, aprobó las bases para un concurso de anteproyectos para la “reforma interior de esta ciudad, de su Ensanche y de la Zona de Extensión”. El concurso había sido propuesto por el regidor y arquitecto municipal Francesc Casas. La reforma que se tenía que hacer era principalmente de la ciudad intramuros. En realidad, pero, consistía en retomar el hilo de la reforma que había quedado bloqueada después del conocido e imposible Plan Bennazar del año 1917, y al recuperar las ideas más teóricas de Guillem Forteza. El Plan Bennazar, sobre el cual hemos tenido ocasión de hablar, tenía una gran dosis de imaginación y fantasía destructiva-constructiva. El 1940 solo se había realizado un trozo de la actual calle de la Constitución. Justo es decir que las ideas de Forteza sobre la reforma del centro de Palma eran parecidas a las de Bennazar, pero quizás no tan radicales.

El encargo del Ayuntamiento también consistía en retocar ciertos aspectos de las alineaciones de las calles del Eixample, y dar solución a las urbanizaciones “salvajes” que habían surgido a la periferia, denominada Zona de Extensión. El jurado del concurso estaba presidido por el alcalde de Palma Gabriel Riera, más dos arquitectos relevantes del Ayuntamiento de Barcelona, Amadeu Llopart y Joaquin Vilaseca. Vilaseca había hecho un plan de reforma interior en la Ciutat Vella de Barcelona el 1932 y el otro lo haría más tarde, el 1941. También hacían de jurado el ingeniero de caminos y hermano de Guillem Forteza, Miquel Forteza, y el arquitecto Enric Juncosa.

Este jurado emitió su veredicto el 23 de enero de 1941, dando como ganador a Gabriel Alomar Esteve, que se había presentado al concurso con el lema “Plan Regulador”. El segundo premio fue por el proyecto del ingeniero Antonio Parietti y el mismo Francesc Casas, que se presentaron con el lema “Resurgere”. Una tercera opción fue la presentada por dos arquitectos: Roberto Oms y Enrique Matas, con el lema “Urbis”, y la cuarta y última la que se presentó con el lema “Mallorca”, del arquitecto Berenguer Ramon Carreras. También se había presentado una propuesta de los arquitectos de Madrid Fonseca, Cabañas y Subirana, pero entró fuera de tiempo. La tercera y la cuarta no recibieron distinción. Sabemos que Guillem Forteza también había redactado un proyecto, pero no lo presentó porqué su hermano formaba parte del jurado. El proyecto ganador, después de pasar por un periodo de exposición pública e informadas las alegaciones por el arquitecto Enric Juncosa, fue aprobado por el Ayuntamiento dos años después, el 12 de febrero de 1943, con el nombre de Plan de Ordenación General.

A estas alturas no hemos podido acceder a los detalles del concurso, puesto que el expediente parece extraviado. Nos hubiera gustado especialmente conocer de primera mano el proyecto de Casas y Parietti, que parece ser que propugnaba el mantenimiento de las calles y edificios históricos, así como la protección del Teatro Lírico dentro de la remodelación del Huerto del Rey. Miquel Àngel Llauger, en su libro sobre las rondas de ciudad, dice que el proyecto de Alomar no incluía una vía de circunvalación, cosa que al parecer sí que hacía el de Casas. Después se incluyó a petición de Miquel Forteza.

En su interesante libro “La Reforma de Palma”, publicado el 1950, Alomar Esteve nos explica los elementos estratégicos que perseguía su Plan: la mejora económica, circulatoria, higiénica y estética de la ciudad. Lo más importante eran las vías circulatorias para facilitar el acceso en toda clase de vehículos que había a Palma. Alomar seguía la filosofía de los sventramenti que ya había propuesto Bennazar y, más tarde, también Forteza, aunque más moderada. La idea de abrir “en canal” la ciudad antigua ya hacía 30 años que se contemplaba en los diferentes planes urbanísticos municipales. Consistía en abrir, de izquierda a derecha y de abajo a arriba, unas vías anchas que facilitaran la circulación del tráfico rodado. La idea estaba basada en las proyecciones de crecimiento del número de vehículos y en la necesidad de afluencia al centro de Palma desde las barriadas y desde la Part Forana, cosa que se veía buena para el desarrollo económico de la ciudad.

En total, Alomar proponía 12 intervenciones, algunas de las cuales venían impuestas por las bases del concurso, bien porque había un interés municipal o bien porque formaban parte de planes parciales ya en marcha, como por ejemplo la construcción del Mercado del Olivar, que hacía más de 30 años que estaba en la mente de todos y sobre el que se habían hecho varios proyectos.

Esta filosofía de entrar a los centros de las ciudades por medio de la construcción de grandes vías circulatorias no era realmente provocada por la demanda de los automovilistas, puesto que la idea de Hausmann en París o de Cerdà en Barcelona eran de antes de que el automóvil fuese usado habitualmente. En las Baleares, en 1935 había matriculados 382 coches, y durante los siguientes debe años, hasta el 1946, la media de coches matriculados no pasaba de 40 por año. Concretamente, el año del concurso de la Reforma de Palma se habían matriculado tan solo 48 coches. En cambio, las cifras de matriculaciones se empiezan a disparar a partir de 1953, con 799 coches. Por lo tanto, nos encontramos con una política urbanística de movilidad que no proviene de una presión de la demanda del sector del automóvil, sino de una corriente internacional por la cual había que dotar a las grandes ciudades de avenidas fáciles para las nuevas edificaciones, los nuevos comercios y la circulación de vehículos de toda clase, especialmente de los tranvías.

Una de las experiencias más vinculadas con Palma era la del urbanismo que se hacía en Barcelona, urbanismo que todos nuestros arquitectos conocían, desde Calvet a Bennazar, Forteza o el mismo Alomar. Ya en 1859 Ildefonso Cerdà proponía para toda la Ciutat Vella siguiendo los pasos de Hausmann en París, dos vías rápidas a la izquierda y a la derecha del centro histórico, para conectar con su Eixample, así como un eje transversal.

En Barcelona, la única vía rápida que se hizo fue la de la vía Laietana, inaugurada en 1908 curiosamente por Antoni Maura, hecho recordado por la plaza que lleva su nombre, en el punto donde va a parar la avenida de la Catedral.

El proyecto palmesano de la avenida de Jaime III no empezaría hasta 1949. Esta reforma –la número 1–, fue la más importante, y hoy constituye la arteria comercial más atractiva de Ciutat. La intervención urbanística, en cierto modo ya prevista por Forteza pero diferente en la propuesta por Bennazar, consistía en la creación de una ancha vía circulatoria y comercial que conectaba la barriada de Santa Catalina con el centro de la ciudad. También implicaba la urbanización del lugar conocido como el Hort d’en Moranta, de forma que “quedan espléndidamente valorizados estos terrenos, cuya situación es inmejorable, teniendo una extensa fachada al Paseo de Mallorca, con vistas al mar” (La reforma de Palma, pág. 50).

La empresa encargada de ejecutar la reforma seria Edificios y Urbanizaciones SA (EUSA), establecida unos años antes por Alomar junto con el arquitecto Josep Ferragut y otras personas. La operación sería financiada por Joan March a cambio de quedarse con el 50% de las acciones. Una vez acabada la urbanización, ya preparada para construir los edificios de pisos, Joan March vendió los solares que le correspondían. Así nacía una de las zonas de Palma que con el paso del tiempo ha resultado de más éxito comercial y urbanístico, y que todavía conjuga un cierto equilibrio entre la vida residencial y la vida turística.

Curiosamente, al dibujo que aparece en el libro sobre la reforma de Palma, titulado “Perspectiva de la Reforma n.º 1”, las aceras del lecho del torrente de la Riera aparecen ajardinadas, de manera muy parecida al aspecto que presentan en la actualidad. Esto sorprende un poco, puesto que en los años 90 el lecho de la Riera sufrió muchos años de abandono porque la competencia de la gestión era del Ejército y no lo cuidaban. Incluso, en 1987 se proyectó cubrir el torrente y hacer un aparcamiento subterráneo. Afortunadamente, la zona acabó con un proyecto muy parecido al que había propuesto Alomar y que hasta hoy ha tenido bastante éxito. La otra gran intervención del Plan Alomar será la del Mercado del Olivar, de la cual hablaremos en el próximo capítulo.[:]

Revisat per

Gabriel Alomar Garau

Licenciado en Geografía por la Universitat de Barcelona (1996). Doctor en Geografía por la Universitat de les Illes Balears (2012). Profesor del Departamento de Geografía de la Universitat de les Illes Balears, miembro del grupo de investigación Climatología, Hidrología, Riesgos Naturales y Territorio, y del consejo de dirección del Observatorio del agua. Profesor externo de la Escuela Internacional de Posgrado de la Universidad de Granada/Universitat Rovira i Virgili, al Máster Universitario en Análisis y Gestión del Territorio. Desde 2014 es presidente de la comisión de Paisaje de la Asociación de Geógrafos Españoles (AGE). Miembro de la Sociedad Arqueológica Lul·liana y de la Sociedad Catalana de Geografía (Instituto de Estudios Catalanes), entre otros organismos. Entre 2007 y 2014 fue presidente del Colegio Oficial de Geógrafos de las Islas Baleares.

Fonts consultades:

Referencias bibliográficas

Alomar Esteve, Gabriel. “El arte de Guillermo Forteza”. En: Guillermo Forteza. Arquitecto. Edició de la Biblioteca del Círculo Mallorquín. Mallorca, 1946.

Alomar Esteve, Gabriel. La Reforma de Palma. Palma de Mallorca, 1950.

Alomar Esteve, Gabriel. Memorias de un urbanista, 1939-1979. Miquel Font Editor, 1986.

Bennazar, Gaspar. Memoria del Plan de Reforma de Palma, 1917. En: Seguí Aznar, M.: Arquitectura contemporánea en Mallorca, 1900-1947. Universitat de les Illes Balears i Col·legi Oficial d’Arquitectes de les Balears, Palma, 1990.

Forteza, Guillem. Bodas de Plata Profesionales, 1916-1941. Barcelona i Palma, 1941.

Forteza, Guillem. L’esdevenidor de la nostra ciutat. Urbanisme mínim. Ciutat de Mallorca, 1934.

Seguí Aznar, Miguel. Arquitectura contemporánea en Mallorca, 1900-1947. Universitat de les Illes Balears i Col·legi Oficial d’Arquitectes de les Balears, Palma, 1990.

Seguí Aznar, Miguel. Francisco Casas. Arquitecto racionalista. Revista Mayurqa, núm. 20, 1980, pp. 393-420.

 

Referencias en páginas web

Actas del Ayuntamiento de Palma, 1940-1943:

https://pmi.palmademallorca.es/arxiu/actes/actes_1937_1978/actes_1943/AH-2211_2_19430212.pdf

Evolución de la matriculación de coches en Baleares:

https://es.statista.com/estadisticas/812461/numero-anual-de-matriculaciones-de-automoviles-las-islas-baleares/

Gabriel Alomar en el monumento en Soller:

http://maiorica.balearweb.net/post/65920

La faraónica obra que sa Riera no llegó a ver

https://www.diariodemallorca.es/palma/2012/09/05/faraonica-obra-sa-riera-llego-ver/791725.html

 

Imagen de cabecera

Fotografía de los años 50 del asfalto de la avenida Jaume III.  Fuente: Arxiu Municipal de Palma.