¿Hacia un turismo sostenible e inteligente?

¿Hacia un turismo sostenible e inteligente?


Jaume Garau
Secretari de Palma XXI

Bienvenida sea la noticia del proyecto que 70 grandes empresas del sector turístico español, encabezadas por las grandes cadenas hoteleras mallorquinas, han presentado al Gobierno de España. Eso se explica por la gravedad de las consecuencias que ha generado la crisis de la COVID y la oportunidad de la convocatoria de los fondos europeos llamado Next Generation. Por la lectura de la noticia, parece que el sector turístico quiere convertir esta crisis en una oportunidad para acelerar el cambio hacia un turismo más sostenible e inteligente. Esperemos que este proyecto, que va a reclamar 5.600.000 millones de los fondos europeos, sea un proyecto de interés general y no únicamente sectorial.

Sería una innovación, ya que el sector turístico no ha hecho nunca mucho caso a las advertencias que hace ya muchos años algunos partidos políticos, medios de comunicación, sociedades científicas, y colectivos ecologistas, han hecho sobre el desgaste medioambiental y social del exceso de turismo en Mallorca. Tampoco han escuchado seriamente las advertencias del riesgo de una progresiva y excesiva concentración de la actividad económica en un solo sector. El enorme peso económico del turismo en Mallorca es un caso único, no comparable con ninguna otra región europea, ni tan siquiera con Canarias.

Así pues, cuando dicen que debemos caminar “hacia un turismo sostenible”, admiten implícitamente que ahora no lo es. La verdad es que es muy fácil reconocer que el sector turístico mallorquín no es sostenible desde hace muchos años. Genera un impacto medioambiental, social y económico negativo. Negativo porque cuanto más crece, más disminuye su competitividad internacional. Negativo porque en vez de contribuir a la igualdad social de oportunidades, genera una mayor precariedad laboral y desigualdad social. En fin, negativo porque en lugar de contribuir a mantener y mejorar nuestro medioambiente y nuestro patrimonio, los degrada más.

El turismo mallorquín es insostenible debido a un modelo de crecimiento ilimitado que ha durado 60 años, con una media de 200.000 turistas más cada año. Todo ello ha conducido a un exceso de vuelos, de cruceros, de coches de alquiler y de turistas, además de una especulación inmobiliaria cuyo resultado ha sido el de una vivienda carísima de imposible acceso para la mayoría de mallorquines y mallorquinas.

Ese crecimiento dominante del sector turístico ha sido a costa de reducir los otros sectores de actividad, conduciendo a la sociedad mallorquina a depender de un monocultivo económico muy vulnerable a las crisis internacionales. Un modelo de desarrollo que ha necesitado de una inmigración excesiva, tanto del sur como del norte, ya que cuando el turismo entra en crisis como ahora, la economía se hunde y no tiene alternativa para mantener la calidad de vida de los trabajadores ni de la clase media.

¿Cómo podemos reconvertir este modelo? ¿Cómo podemos hacer un turismo más sostenible, más seguro y duradero? Pues la receta parece fácil: disminuyendo el volumen de la actividad turística y haciendo crecer otras actividades que mejoren el medioambiente y la calidad de vida de la ciudadanía. La receta parece fácil, pero cocinarla ya no lo es tanto. Algo se ha intentado, pero nunca en serio. Mientras esperamos conocer en detalle la propuesta del conglomerado empresarial al que nos hemos referido, nos atrevemos a proponer que la única estrategia posible es una reconversión del turismo de Mallorca.

Esta reconversión, de la que se habla hace tiempo, pero no se lleva a cabo, debería estar impulsada por un pacto entre la administración publica, el sector turístico y el conjunto de la sociedad mallorquina. Un pacto entre todos para reconvertir la situación actual antes de que sea demasiado tarde. Una reconversión pensada a largo plazo para que sirva también a las próximas generaciones.

La reconversión consistiría en varias líneas estratégicas. La primera seria sin duda la de establecer un plan para reducir unas 80.000 plazas de alojamiento a lo largo de 5 años, o sea un 20% de las actualmente legalizadas. Esta reducción se debería hacer según niveles de calidad y grados de saturación de las llamadas zonas maduras, de manera que el resultado fuera un turismo mas equilibrado territorialmente, de mayor calidad y de mayor gasto por turista.

Para poder reducir esta cantidad de plazas se podrían utilizar parte de esos fondos europeos que reclama el sector turístico en comprar y eliminar plazas de alojamiento obsoletas. El coste aproximado seria de unos 280 millones de euros, un 5% del fondo solicitado. El edificio hotelero quedaría en manos de la propiedad, que estaría obligada mediante convenio de cambio de uso, a rehabilitarlo y reconvertirlo en viviendas sociales o equipamientos de interés general, por ejemplo, residencias de personas dependientes y otros muchos equipamientos sociales o sanitarios. Todo ello con un plan de viabilidad avalado por la administración publica.

Una segunda línea del plan de reconversión del turismo mallorquín seria un pacto para introducir de una manera inequívoca y definitiva los productos mallorquines en los servicios y establecimientos turísticos. Seguramente la tercera línea estratégica seria un pacto para la protección de nuestra cultura, de nuestro patrimonio arquitectónico y nuestro paisaje. Seguramente el reto mas importante seria la reconversión de los puestos de trabajo para dotarlos de mayor estabilidad y calidad, por lo que otra vez la administración debería actuar para velar que eso se lleva a la práctica. A estas cuatro líneas se podría invertir otro 5% de los fondos solicitados. En las otras líneas de actuación, como la transición energética y la digital aplicada al sector turístico, se invertiría el grueso de la financiación del proyecto.

Bienvenido pues sea el sector turístico a las ideas de sostenibilidad e inteligencia, siempre que sea de verdad y no un marketing social para obtener fondos europeos para realizar inversiones, para seguir creciendo. Para dar confianza a la sociedad, el proyecto debería ser transparente y abierto a la participación de la sociedad civil, ya que, si no es así, puede acabar siendo el caladero financiero de las grandes empresas y consultoras para seguir con un modelo caduco e insostenible.

*Article publicat a Última Hora el 27/01/2021.

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