Ciudad Mujer

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Ciudad Mujer

Il·lustració: Toni Salvà.

El mismo día que unas cuantas mujeres, pocas, muchas, miles, millones salen a la calle con todas las cautelas debidas al virus de la COVID19 para clamar contra la violencia hacia la mujer, este mismo 25N se muere el futbolista Maradona. “Conmoción mundial: muere Diego Armando Maradona”, se lee en un diario de Argentina. El mundo llora la pérdida del héroe masculino y olvida que son millones las víctimas de la violencia de género solo por ser mujeres. Cuestión de perspectiva, cuestión de prioridades.

Esa misma jornada, millones de mujeres viven atemorizadas porque en sus casas se esconde una fiera que las amenaza a grito y cuchillo a ella y a sus hijos. Ese mismo día de luto mundial por el futbolista, unas chicas regresan a sus casas tras gritarle al mundo que ‘ni una victima más’ alegres de saberse colectivo, son insultadas en el camino por pandillas de hombrecitos. Algunos no alcanzan ni los 15 años. Violencia tras violencia, es el menú habitual que se desayuno en el mundo y que en Mallorca ya se ha traducido con tres mujeres asesinadas por esos hombres que seguro se sumarían a la “conmoción mundial” por la muerte de Diego Armando Maradona.

Y de prioridades pienso si como Goethe reclamo “luz, más luz” en la ciudad que habito. La escuadra y el cartabón que han usado, a instancias de los políticos, urbanistas y arquitectos para delinear el lugar donde vivimos siguen olvidando a las mujeres en sus herramientas digitales. La oscuridad acorta la distancia entre el agresor y la víctima y en tiempos de pandemia con el comercio liquidado, las calles están desiertas, lloramos la ruina y a la vez tememos por nuestra integridad. Ni una ni dos ni tres, yo misma incluso, nos citamos para un café, una comida o un lo que sea pero “no muy tarde”. Las mujeres somos Goethe y pedimos más luz. Ellos no porque no tienen miedo.

Si la Inteligencia Artificial (IA) está cambiando ese mundo de ayer en el que vivimos hoy y su reflejo social se percibe en cambios de sexo, reividicaciones trans, identidades sexuales que se han quedado cortas ante el aluvión de otras reclamaciones, de un querer existir en otro, otros cuerpos, el miedo recorre el mundo porque seguimos a oscuras. Sobre todo nosotras.

Hace años que desde el urbanismo con perspectiva de género, se busca destronar el modelo de ciudad hecha a la imagen y semejanza de los hombres. Son ejemplares las propuestas del Col.lectiu Punt 6 que reclaman políticas públicas que aborden la ciudad con perspectiva de género, o como Leslie Kern, que recuerda cómo las urbes han sido hechas por y para los hombres. En Palma, el colectivo Ciutat per a qui l’habita, formado básicamente por mujeres pero en el que también hay hombres, se ha hablado del tema, se ha debatido entre los vecinos y han invitado a quien quiera escuchar sus propuestas.
Pedimos otra trazas urbanas porque queremos pasear tranquilas, desplazarnos sin tener que sentir miedo ante el sonido de las pisadas en nuestro cogote porque las sentimos posibles amenazas y las exigimos porque queremos vivir la ciudad con la misma tranquilidad que sienten los que no están amenazados en razón de su género. Para ello, son necesarias más medidas como aceras más anchas, autobuses a demanda y/o mayor frecuencia de autobuses en las periferias de la ciudad. Y sobre todo, más luz. No queremos vivir a oscuras.

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