La ciudad moderna: de 1900 a 1936
Palma lucha por un bienestar social de nivel europeo

Palma lucha por un bienestar social de nivel europeo

Palma lucha por un bienestar social de nivel europeo

Más allá de la lucha política, Palma continuaba su obra modernizadora con edificios que hoy ya no están, como el cine Moderno o el Hotel Alhambra, ambos de Gaspar Bennazar. Después de los vaivenes de la economía, influida por la Primera Guerra Mundial, las cosas empezaban a funcionar. En los años veinte, el Puerto de Palma doblaba el tráfico naviero que tenía en 1900, y se creaba la primera línea aeronáutica con Barcelona. El velódromo de Palma seguía siendo el mejor de España y justo acababa de crear la Real Sociedad Alfonso XIII, antecedente de lo que luego sería el club de fútbol Mallorca.

Obra del mismo destino que nos espera a todos, por aquellos tiempos morían dos ciudadanos que habían sido protagonistas de los primeros pasos  de la nueva ciudad.  Miguel de los Santos Oliver  murió en Barcelona en enero de 1920, el mismo año que Joan Palmer Miralles , el promotor del Gran Hotel. Pocos años antes habían muerto Enric Alzamora, Eusebi Estada, Pere Garau y Guillem Reynés. En el mundo de la cultura, Costa y Llobera moría en 1922 y Joan Alcover en 1926. Parecía como si la generación de los grandes ideólogos de la transformación de la Palma del XIX a la del XX comenzaba a dar paso a otra generación, que sería la que aplicaría aquellas ideas en todos los terrenos, de la ciencia a la tecnología, del urbanismo a la cultura.

Ahora  llegaba  la hora de Joan March, Guillem Forteza, Francisco Casas, Alexandre Jaume, Emili Darder, Llorenç Bisbal, Miquel Ferrà, María Antonia Salva, Llorenç Villalonga, y tantos otros que liderarian  el protagonismo de los años previos a la guerra civil.

En aquellos años veinte ,  las condiciones generales de la población no eran las más óptimas. La educación, la sanidad, los servicios sociales y las condiciones laborales necesitaban grandes cambios. Sin embargo, la combinación de la iniciativa pública liderada por la Diputación y el Ayuntamiento, junto con la iniciativa privada religiosa y laica, daban un cierto apoyo a las familias pobres, al tiempo que paliaban las situaciones graves de crisis sanitaria y / o económica. A pesar de todas las dificultades, Palma era, en materia de bienestar social, una de las ciudades más avanzadas de España.

Las condiciones laborales eran duras y las luchas obreras eran constantes, sobre todo en los nuevos sectores industriales. La situación general de España en el principio de aquellos años veinte,  era de crisis política profunda y de huelgas generales importantes, como la de Barcelona de  1919,  la de la compañía de electricidad llamada la Canadiense, que mucho después estará ligada a un capítulo más de la leyenda de Juan March.

La tensión social que provocó dicha huelga fue tan intensa que el Gobierno llegó a declarar el estado de guerra, como solicitaba el Capitán General de Cataluña, Joaquin Milans del Bosch, abuelo del Jaime Milans del Bosch, el que participó en el golpe de estado de 1981. Sin embargo, la huelga fue un éxito y se consiguieron muchas de las reivindicaciones de los huelguistas, entre ellas la jornada de ocho horas para todos los sectores laborales. El ambiente laboral de Palma de aquella época queda reflejado en la novela recién aparecida de Miquel Mas, «Luces de otoño».
Las prestaciones por desempleo eran inexistentes y la sanidad pública, mínima. El Estado había creado en 1921 una prestación de una peseta diaria –el Retiro Obrero- para cuando los trabajadores dejaban el trabajo. Cuando la familia fallaba, la gente pobre tenía únicamente a su alcance las sociedades de ayuda mutua y las sociedades de caridad privada o de beneficencia pública. Palma era la tercera ciudad de España en calidad y cantidad de estas sociedades. Entidades como la del Patronato Obrero, fundada por  el pollensín Padre Vives en 1907, y que aún perdura, tenían la función de mitigar el hambre y las penurias que provocaba el paro.

La esperanza de vida de Palma había experimentado una importante mejora en los últimos cincuenta años del siglo XIX, como  en el resto de las Baleares. Tanto es así que en 1900  era de  42’55 años, lo que la situaba como la segunda capital de provincia más alta de España, mientras en 1930 alcanzaba ya  los 53’17 años. Un dato que puede parecer baja si la comparamos con la actualidad, pero que era muy elevada para la época, y eso que Palma, como el resto de ciudades europeas, sufría los efectos del urban penalty, es decir, la presencia de condicionantes exclusivos que empeoraban las tasas de mortalidad en comparación con el medio rural. De hecho, Mallorca gozaba de la esperanza de vida más alta de todo el Estado español durante estos años. Lógicamente las tasas ordinarias de mortalidad y de mortalidad infantil iban en consonancia con este avanzado estadio de la transición demográfica. Al mismo tiempo, la mortalidad extraordinaria había prácticamente desaparecido, si exceptuamos la pandemia de gripe de 1918 que, como su nombre indica, tuvo un alcance mundial.

Las causas de todo ello hay que buscarlas en el proceso de modernización social, política y sanitaria aria que vivía la ciudad, a pesar de las fuerzas que empujaban en sentido contrario, especialmente el crecimiento demográfico. Concretamente, se debía a la mejora de la higiene pública y privada, fruto de un comportamiento institucional y familiar que se remontaba muchas décadas antes, pero que ahora se racionalizaba gracias a los avances de la bacteriología difundidos por los profesionales de la medicina, y los esfuerzos de un Ayuntamiento cada vez más empeñado en mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos.

Esta situación llegó a su culminación con la creación de la red de agua potable durante la Segunda República, aunque también fue muy importante el proceso de cloración del agua que experimentó la ciudad desde la primera década del siglo XX. Tampoco hay que descartar un mejor acceso a la alimentación y la práctica de hábitos saludables, que se empiezan a poner de moda en esa época. Entre estos, cabe citar la búsqueda de la vida al aire libre y la práctica del deporte, sin embargo inicialmente reducidos a la burguesía.

Una excelente muestra de este ambiente ciudadano se puede ver en la interesante filmación de aquellos tiempos que se llama «La fiesta del pedal». Además, siguieron funcionando las instituciones provinciales asistenciales por excelencia, reformadas durante el siglo precedente.

Las  nuevas competencias  de la Diputación habían significado un aumento de su dotación presupuestaria y, en consecuencia, una modernización de los servicios que se ofrecían, aspectos que se acabarían consolidando en las primeras décadas del siglo XX. Así, el Hospital General se convirtió paulatinamente en una institución capacitada para curar a los enfermos, aunque básicamente seguía restringido a las clases más pobres. La Misericordia continuó como el gran hospicio de Mallorca, pero con una atención cada vez más profesionalizada con los pobres de solemnidad o los viejos desamparados.

En 1900 los ingresos económicos  de la Misericordia  se situaban en torno a las 171.000 pesetas, mientras que en el año 1930 llegaban a las 300.000. Pero al mismo tiempo no podemos olvidar que era un centro de reclusión para evitar la mendicidad en la calle.

Por último, la Inclusa siguió el mismo camino de progreso, pero cada vez menos utilizada por los mallorquines, prueba de la nueva valoración de la infancia y del descenso de la natalidad, que regulaba el número de hijos de cada familia según sus necesidades.

Paralelamente el Ayuntamiento invertía en los pobres de la ciudad, especialmente en la atención domiciliaria, ya sea con los médicos titulares como con los servicios de beneficencia municipales. El padrón de beneficencia era una cartilla de asistencia sanitaria para las personas y familias pobres de ciudad. No sabemos exactamente cuántas familias estaban registradas, pero seguramente más de las que apuntaba Mario Verdaguer respecto a los pobres en aquel tiempo:

«Respeto a la no existencia de pobres en Palma, Leclerq tenía razón. En aquella época de mi juventud había solo dos pobres clásicos en la ciudad. Dos únicos pobres que parecían tener la exclusiva de la pobreza en Palma… «pág. 83, La ciudad desvanecida.

En los aspectos más puramente sanitarios, los pobres tenían derecho a una atención sanitaria a domicilio, y también en el dispensario del propio Ayuntamiento, la conocida como Casa de Socorro. El Padrón Municipal duró hasta los años 80 , años en el que se suprimió, ya que universalizó la atención sanitaria. Sus funciones fueron establecidas definitivamente mediante un reglamento publicado en 1908.

De todas formas, la repercusión de todas estas instituciones en las tasas de mortalidad globales de la ciudad es compleja, ya que los estudiosos consideran que su presencia, antes de la implantación de una medicina terapéuticamente eficaz, podía hacer aumentar la mortalidad ordinaria, dado que era un factor de atracción de un gran número de individuos con un alto riesgo de morir provenientes de toda la isla, como es el caso de los pobres enfermos o los niños abandonados, realidades que hay que situar en el citado  urban penalty.

Otro elemento de gran relieve fue el aumento de la valoración de la infancia, que se tradujo en una mayor inversión para el bienestar de este sector de la población y en la mejora de sus condiciones sanitarias. En 1904 se aprobaba por primera vez una ley estatal con esta finalidad. Esto no era ajeno a la difusión de la pediatría, que se empezó a implantar por diversas vías, como veremos a continuación. De hecho, no pocas iniciativas en este campo tuvieron un origen privado, aunque acabaron también bajo patrocinio público. Por ejemplo, siguiendo una iniciativa de Alexandre Rosselló (1853-1923), la Diputación creó en 1895 -o ayudó a hacerlo- la llamada «Sociedad Protectora de la Infancia» en Palma, que también gozaba de una subvención del Ayuntamiento.

Esta entidad fue un verdadero precedente de las “Gotas de Leche”  creadas poco tiempo después en las principales ciudades del Estado. En Palma, la primera se abrió en enero de 1907, bajo la dirección del médico José Mir Mir, que también trabajaba en la Inclusa. Aunque se trataba de una iniciativa particular, se debe remarcar que no hubiera podido subsistir sin las subvenciones del Ayuntamiento y de la Diputación. Entre otras funciones, tenía un servicio de dispensa de leche, sin la pretensión de sustituir la lactancia materna ni tampoco relegar la mercenaria, sino que se trataba de facilitar leche de la mejor calidad y convenientemente preparada a aquellas madres que, según prescripción del médico, no podían amamantar a su hijo, por un motivo u otro. Los niños atendidos eran debidamente registrados y objeto de un seguimiento semanal. En caso de detectarse una enfermedad, eran visitados por un médico y, si presentaban un cuadro infeccioso (rosa, viruela o tos ferina, principalmente), no podían acudir al consultorio para evitar contagiar a otros niños. Además, con las Gotas de Leche iniciaba una primera campaña puericultora. Esto se concretaba mediante la llamada «Escuela de Madres», donde debían asistir un día determinado de la semana todas las madres o encargadas de la lactancia de los niños. (Extraído de «La Lucha por la Vida», p. 169).

Al margen de esta beneficencia que podemos considerar mixta (privada y pública) se desarrolló en la misma época una caridad privada, que disfrutó de una gran importancia en Mallorca, especialmente a cargo de las Hermanas de la Caridad, las Hermanas Franciscanas Hijas de la Misericordia y las Hermanas del Amparo, Terciarias Agustinas, a las que se añadieron a principios del siglo XX otras congregaciones, como las Hermanas de los Sagrados corazones, las cuales preparaban a las futuras madres en los principios de la puericultura. Por último, hay que resaltar que todas estas congregaciones suponían una red asistencial sin parangón en la historia, que abarcaba toda la isla, aunque, por supuesto, no dejaban de lado la doctrina católica.

El movimiento higienista de Palma era muy  influyente, como ya habíamos dicho en otro capítulo. Fue el principal valedor de la decisión política del derribo de las murallas, pero tuvo que esperar hasta  1936 para que existiera una red completa de agua potable con suficiente presión para llegar a buena parte de la población de Ciudad.

En el mapa electoral de las votaciones municipales de 1917, bastante realista ya que los resultados no estaban pactados, podemos ver como los barrios de Sa Calatrava, Gerreria, Hostalets, Soledad, etc. fueron los que mayoritariamente votaron a la izquierda, y eran también los que tenían más problemas sociosanitarios, porque había fábricas , talleres, y muchas casas, sin agua ni alcantarillado.

El higienismo era un movimiento muy activo, integrado por médicos y otros profesionales, como pedagogos, ingenieros, arquitectos, enfermeras, etc. Médicos como Riera, Bordoy o Gelabert, ingenieros como Estada  o Garau, impulsaban el saneamiento de la ciudad en el ámbito de la conducción de residuos, de la canalización del agua potable, de la inspección en mercados de productos alimenticios y mataderos, del sistema de limpieza de las vías públicas, así como la mejora de la superficie de las viviendas y la ubicación de las fosas sépticas.

Ahora sabemos que la depuración de las aguas ha sido responsable de gran parte del aumento de la esperanza de vida en los países desarrollados durante el siglo XX. La filtración y la cloración del agua potable ha sido probablemente el avance más importante en salud pública del pasado milenio. De esta forma se controló la incidencia de las enfermedades gastrointestinales, que aún hacían estragos entre la población infantil durante los meses de verano de principios del siglo XX.

De todas formas, los inicios de la cloración de la Font  de la Vila fue ya una realidad  en la primera década del siglo XX -aunque no de forma sistemática hasta los años veinte-,  así como la utilización de filtros o la difusión de prácticas puericultoras y sanitarias entre las madres (ebullición del agua, por ejemplo) favorecieron la bajada de la mortalidad.

A pesar de todo esto, se debe tener presente que la educación de los ciudadanos y ciudadanas de Palma 1900, como ya hemos dicho antes, era de las más bajas del Estado. El analfabetismo era uno de los más altos de España. Aunque las escuelas fueran insuficientes y poco adecuados para la enseñanza, aunque era muy alta  la demanda educativa por parte de sectores mayoritarios de la población mallorquina (tesis de Bartolomé Orell), en Palma se pusieron en práctica las ideas pedagógicas más avanzadas  de la época, siguiendo la estela de los verdaderos pioneros en la materia, como Guillem Cifre de Colonya, Alexandre Rosselló o Miquel Porcel Riera, en contacto con el movimiento de renovación pedagógica que lideraba la Institución Libre de Enseñanza de Francisco Giner de los Ríos.

Este creciente interés por la educación (tanto en el ámbito local como estatal) explica que, en las dos primeras décadas del novecientos, se duplicasen el número de escuelas en Palma. Las escuelas unitarias dejarán paso a las graduadas y, en 1912, se inauguró finalmente la escuela graduada de Levante, ya desaparecida. Esta era fruto de un proyecto -un más! – de Gaspar Bennazar. En 1914 se edificó el Instituto Ramon Llull, obra del arquitecto madrileño Tomás Gómez Acebo, y poco después su hermano gemelo, el Joan Alcover.

Con todo no queremos decir  que las carencias en este campo no fueran evidentes. Así, mientras que en 1910 las escuelas públicas y privadas eran insuficientes y similares en número de maestros y alumnos, sólo 10 años después el número de maestros de la escuela pública crecerá poco, mientras los de la escuela privada darán  un salto del 400 por ciento. De unos 150 maestros pasará a unos 500. Tendremos que esperar bien entrados los años veinte, y de la mano de Joan Capó, Guillem Forteza y Francesc Cases, para ver cómo se crean un número importante de escuelas en Palma y en toda Mallorca, con un modelo de arquitectura funcionalista y una concepción educativa actualizada, que hará subir el nivel educativo de Ciudad, llevándolo a los niveles normales de España.[:]

Revisat per

Pere Salas Vives

Revisa el texto, Pere Salas Vives, Doctor en Historia Contemporánea. Profesor asociado del departamento de Historia de la Universidad de las Islas Baleares. Ha estudiado aspectos relacionados con el poder, la administración local y la salud pública en la época contemporánea. Entre sus publicaciones destacan: Guillem Cifre de Colonya. Un santo que no iba a misa, El Gallo editor 1999; «Libertad y / o derecho a la vida. El resguardo sanitario durante el primer liberalismo «publicado Historia Social; La lucha por la vida. Administración, medicina y reforma sanitaria (Mallorca 1820-1923) Gall Editor, 2014, conjuntamente con Isabel Moll, Joana M. Pujadas-Mora y Eva Canaleta. También ha estudiado la época actual con una extensa obra titulada Historia de Pollensa. Siglo XX. Sa Nostra-Ayuntamiento de Pollença, 2011. Su último trabajo es Clara Hammerl, una mujer de palabra, 2016.

 

Nota importanteel autor del texto es el colectivo “Palma XXI”. La persona que hace la revisión no tiene por qué coincidir totalmente con las ideas que exprese el autor.Doctor en Història Contemporània. Professor associat del departament d’Història de la Universitat de les Illes Balears. Ha estudiat aspectes relacionats amb el poder, l’administració local i la salut pública a l’època contemporània. Entre les seves publicacions destaquen: Guillem Cifre de Colonya. Un sant que no anava a missa, El Gall editor 1999; “Llibertat i /o dret a la vida. El resguard sanitari durant el primer liberalisme” publicat Historia Social; La lluita per la vida. Administració, medicina i reforma sanitària (Mallorca 1820-1923) Gall Editor, 2014, conjuntament amb Isabel Moll, Joana M. Pujadas-Mora i Eva Canaleta. També ha estudiat l’època actual amb una extensa obra titulada Història de Pollença. Segle XX. Sa Nostra-Ajuntament de Pollença, 2011. El seu darrer treball és Clara Hammerl, una dona de paraula, 2016.

 

Fonts consultades:

Referencias bibliográficas.

MOLL BLANES, I., SALAS VIVES, P., PUJADAS MORA, J. M., et al. (2014): La lluita per la vida. Administració, medicina i reforma sanitària (Mallorca 1820-1923), Pollença, Gall Editor.

Mir Roser y Maria del Carmen Fernández. «Sanidad Municipal. Fondo archivístico Benet Pons y Fàbregues: 1714-1930 Ayuntamiento de Palma».

Pujadas-Mora Joana Maria. Reforma sanitària y movimiento peuricultor en la lucha contra la mortalidad infantil en la Ciudad de Palma de Mallorca (siglos XIX y XX). Centre d’Estudis Demogràfics – Universitat Autònoma de Barcelona.

Salas Pere. La beneficència i l’assistència social a Mallorca en el marc de l’Estat liberal (1820-1930). A “De la beneficència a l’estat del benestar. Història dels serveis socials a Mallorca. Coordinat per Aina Pascual. Editat pel Consell de Mallorca. Departament de Benestar Social. IMAS. 2010.

Verdaguer Mario. La ciudad desvanecida. Guillermo Canals Editor. Palma 2013.

Referencias en páginas web.

Esperanza de vida:
https://politica.elpais.com/politica/2015/02/26/actualidad/1424969363_446948.html

Vaga general: https://es.wikipedia.org/wiki/Huelga_de_La_Canadiense

Patronat Obrer: http://www.patronatobrer.com/historia.html
Esperanza de vida en España a lo largo del siglo xx: https://w3.grupobbva.com/TLFU/dat/DT_2006_11.pdf
En Mallorca: Dialnet-La avanzada transicion demográfica en Mallorca
Gripe Española: https://www.anfrix.com/2007/11/la-gripe-espanola-de-1918-la-peor-pandemia-de-todos-los-tiempos/

Llibre sobre Història dels Serveis Socials a Mallorca: http://diari.uib.es/arxiu/Presentacion-del-libro-CD-De-la-beneficiencia-a.cid203193

Miquel Mas. Llums de tardor: http://www.diariodemarratxi.com/el-escritor-marratxiner-miquel-mas-ferra-presenta-su-ultima-novela-llums-de-tardor/

La fiesta del Pedal: http://tools.yoolib.com/video/index.php?user=memoirefilmiquedusud&filemedia_id=719&background=ffffff&pdf_type=external&url_css=&menu_left_visible=&menu_left_type=&search=&lang=ca&url_return=http%3A%2F%2Fwww.memoirefilmiquedusud.eu%2Fcollection%2F313-ca-la-fiesta-del-pedal%2F%3Fn%3D10%26lang%3Dca&sid=nm5n8qnmvld3vf55jepscmv5m5&fullscreen=1

Velòdrom el Tirador: http://www.cihefe.es/cuadernosdefutbol/2017/01/el-veloz-sport-balear-decano-del-futbol-balear/

 

Imagen de cabecera: Tres niñas en el muelle de Palma . Colección Escalas, 1920.