La ciutat empieza- inconscientmente- una época de crisis y decadencia

Durante los años 90 empieza una nueva época para Ciutat. Una época en que el proyecto del siglo XX de hacer de Palma una ciudad moderna se habría acabado. A partir de entonces se intercalarán años de crecimiento y años de crisis. Veremos como una oleada de corrupción política y económica era el fruto del gran crecimiento económico impulsado por la burbuja inmobiliaria que, finalmente, estallará el 2008. La mezcla de corrupción y crisis económica provocará una revuelta social de la cual emerge un movimiento joven que transforma el grito de la calle “SÍ SE PUEDE”, en el partido político que finalmente entrará en muchas instituciones, también en el Ayuntamiento de Palma. La fragmentación de la izquierda favorece la derecha, hasta que más tarde surgirá VOX y también fragmentará la derecha, dando opciones, otra vez, a gobiernos de izquierda. Mientras que la derecha da alas a la especulación inmobiliaria, una parte de ella a la corrupción política, pero sobre todo a la turistificació de la ciudad, la izquierda no encuentra la manera de formular un nuevo proyecto para Palma y no tiene capacidad para parar el proceso de decadencia.
El miedo al paro provocada por la crisis financiera del turismo, impulsa a desarrollar nuevas fórmulas como el alquiler vacacional de casas y pisos y los megacruceros. La ciudad, que había quedado distanciada, en parte, del turismo, acaba masificada turísticamente con los problemas que esto comportará. La ciudad se convierte toda ella en una plataforma del negocio turístico e inmobiliario, y crece a su alrededor una área metropolitana, conformada por los municipios de su entorno: Calvià, Marratxí y Llucmajor.
Desde el año 1960, Palma fue creciendo más que Mallorca. Pero llegado el 1990 empezó a perder poder poblacional, ya era solo el 49,3% de la isla, peso que Palma ha ido perdiendo, año a año, a favor de la part forana. Además, la población nacida en el extranjero ha crecido al mismo tiempo que el fenómeno turístico: mientras que el 1991 no llegaba al 4%, el 2019 ya era el 24% de los habitantes de Palma. Toda esta evolución ha ido haciendo crecer la actividad del Consell de Mallorca y del Gobierno Balear, disminuyendo el peso político del Ayuntamiento, a pesar de la Ley de Capitalidad que, en teoría, compensa el gasto por ser la capital de las Islas. Todos los vientos soplaban a favor de una nueva época para el inicio de un gran cambio de la ciudad milenaria.
En el momento de las elecciones de mayo de 1991 el censo electoral era de 244.209 votantes, de los cuales finalmente votaron 125.083, un 51%, confirmando una vez más la baja participación de los palmesanos en las elecciones municipales. La derecha iba en una sola candidatura (Partido Popular-Unión Mallorquina) y se impuso por mayoría absoluta: un 48% de los votos y 17 regidores, frente a un 30%, 10 regidores del PSOE, y un 6%, 2 regidores del PSM. Teniendo en cuenta que el PSOE ganó las municipales a nivel del estado español con un 38% de los votos frente a un 25% del PP, la derrota de la izquierda a Palma pareció todavía más áspero.
Es evidente que a principios de los años 90 el contexto económico internacional era difícil, en parte debido a los problemas de la guerra en el Oriente Medio que amenazaba la distribución mundial del petróleo. En España, las Olimpiadas de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla, en el 1992, escondieron la crisis que venía y que estalló una vez acabados estos acontecimientos. La deuda pública era muy grande y el paro también. Razones que explican la preocupación del alcalde de Palma, Joan Fageda, del Partido Popular, que decía que el Ayuntamiento que había heredado tenía una situación económica muy precaria, parecida a la situación económica del año 1945. Este argumento tan inverosímil le sirvió para justificar la supresión, entre otras cosas, de los festivales internacionales de Teatro y de Jazz, dos festivales de mucho éxito introducidos en la etapa del gobierno de izquierdas.
En las siguientes elecciones de 1995 el PP iba en solitario, sin UM, ganó por una holgada mayoría absoluta y la izquierda se fragmentó en tres partes: PSOE, PSM y Esquerra Unida. El mandato de 12 años de Fageda fue seguramente el más uniforme de toda la historia de Ciutat. Mandato que el PP alargó cuatro años más, puesto que el 2003 Catalina Cirer obtendría la mayoría absoluta con mejores resultados y sería la primera mujer alcaldesa de Palma.
La confianza que da la mayoría absoluta permitió a Joan Fageda relacionarse en igualdad con los mandatarios del Consell de Mallorca y del Gobierno Balear, cada vez más poderosos. La primera legislatura del 1991 hasta el 1995 tuvo que compartir el poder institucional con sus compañeros de partido, el Presidente del Consell Insular de Mallorca, Joan Verger, y el Presidente del Govern, Gabriel Canyelles. En la segunda legislatura del 95 al 99, tuvo a Maria Antònia Munar de Presidenta del Consell y Jaume Matas de Presidente del Govern. En la tercera, y definitiva, tuvo otra vez a Maria Antònia Munar en el Consell y a Francesc Antich, del PSOE, en el Govern. Por lo tanto supo convivir en la escena política con personas de partidos diferentes. En su libro autobiográfico, descubrimos que una fuente de su inspiración política era Antonio Cánovas del Castillo, del que cita: “La Política es el arte de aplicar en cada época aquella parte del ideal que las circunstancias hacen posible”. Con esta premisa se entiende su estilo de gobierno de la ciudad, liberal y tolerante, que le dio votos pero acabó debilitada por la corrupción, una urbanización descontrolada y la masificación turística.
Las sucesivas mayorías absolutas de Fageda supusieron la subida de nuevos políticos y de una nueva manera de hacer política, basada a entender que la ciudad tenía que estar orientada al negocio y que, algunos políticos, se podían beneficiar si estaban «vivos». Paralelamente, la pérdida por parte de la izquierda de cuatro legislaturas seguidas, la hundió y distanció de aquellos que habían recuperado la democracia y habían gobernado Cort durante 12 años. Con la bajada de los socialistas, la izquierda entera bajó y los principales líderes fueron abandonando la política municipal, así como muchos movimientos sociales que también fueron decayendo, además de la división provocada por el PP al movimiento de las asociaciones de vecinos.
La primera legislatura de Joan Fageda consistió, entre otras cosas, en dar continuidad a los proyectos urbanísticos de la zona del Eixample y del Centro que venían de la anterior etapa, ampliando urbanizables de las zonas periféricas de la Ciudad, se hablaba del “cosido urbano” para enlazar estos núcleos. Continuó proyectos como los del arquitecto Elies Torres a Ses Voltes y a la Murada, reencontrando la idea del derribo del edificio de viviendas militares en el Baluarte del Príncipe.
Los ciudadanos de Palma hasta los años 90, hacían una vida residencial, un poco apartados del turismo, que se concentraba en zonas bastante delimitadas. La zona más dedicada a mezclarse con personas extranjeras era el Terreno, que ya a principios de los 90 entraba en decadencia. Así lo veía el columnista más leído de aquellos años, Andreu Ferret, en el Diario de Mallorca: “La combinación de miopía urbanizadora con codicia especulativa va desplazando a las buenas clientelas, sustituidas por otras de inferior capacidad en todos los órdenes. Primero cierran los hoteles de lujo- grandes aprovisionadores de la zona- y se van marchando los mejores residentes cansados de pagar por peores servicios y en un ambiente progresivamente inseguro. Después la desaparición de los empresarios pioneros -por fallecimiento o por lógica huida- coincide con el establecimiento de negocios de cada vez menor cuantía que hacen de los alrededores de Gomila un barrio chino apenas disimulado”.(8-3-1992)
Cómo hemos visto en el capítulo anterior, Joan Fageda desde la oposición presentaba un proyecto de cubrir la Riera para hacer aparcamientos, proyecto que como sabemos no se hizo nunca. En cambio, podríamos citar una de las acciones urbanísticas de su periodo de gobierno, el ajardinamiento del torrente de Sa Riera, del tramo de las avenidas hasta el mar. La innovación consistente al crear una lámina de agua, después de los primeros años de fracasos, finalmente acabó funcionando. Junto con la arboleda se fue creando uno de los conjuntos ajardinados más interesantes de ciudad.
Durante aquellos años y hasta el nuevo PGOU de 1998, los grandes edificios empezaban a configurar una ciudad diferente, preparada para recibir millones de personas y dar protagonismo a la globalización y a las grandes empresas estatales y multinacionales. Un ejemplo fue el nuevo edificio del Corte Inglés, en las avenidas, que se inauguró el 1995 y que creó una gran resistencia en todo el tejido del pequeño comercio de Palma.
Pero el más importante y más relevante de los grandes edificios fue la nueva terminal del Aeropuerto de Son San Joan, construida por Aena sobre un proyecto del arquitecto palmesano Pere Nicolau. La nueva terminal es seguramente el edificio más importante de los últimos 30 años y marca la nueva época de Ciutat. La obra causó una polémica ciudadana, sobre todo por sus dimensiones, muy grandes para lo que era la economía de aquellos años, en que el número de pasajeros estaba en torno a los 16 millones. El proyecto estaba planificado para 24 millones, según el que explicaba el arquitecto Pere Nicolau en el dosier del Diario de Mallorca, publicado el día de la inauguración. Las previsiones que en aquel momento parecían ficción, se vieron desbordadas por la realidad, puesto que el 2019 llegaron 29 millones de pasajeros.
Viendo todo lo que ha pasado después, entendemos mejor las declaraciones del Gobierno sobre la nueva terminal: “Acabar con el aislamiento de las Islas Baleares es una de las principales preocupaciones del Gobierno Balear”. Para el Gobierno de Jaume Matas, acabar con el aislamiento quería decir pasar de 16 a 24 millones de pasajeros. El ambiente era de euforia y de grandes expectativas económicas, un nuevo motor de todo el crecimiento que vino después. En aquellos años de despropósitos, la voz irónica de Matías Vallés decía cosas como: “Nunca creí que en la modesta Mallorca cabía una obra tan grande” o “Estas cosas sólo ocurren cada 30 años y se deberían contar al cabo de 30 años”.
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Fonts consultades:
Referencias bibliográficas:
Editora Balear. Andreu Ferret: la huella del maestro. 1997, 485 pàgs.
Fageda Joan: Mis veinte años gráficos de vida municipal: https://joanfageda.com/
Marimon A i S. Serra S. Diccionari de partits polítics de les Illes balears ( 1900-2008). Edit. Lleonard Muntaner.
Serra Busquets Sebastià: Els elements de canvi a la Mallorca del segle XX. Edicions Cort. Palma 2001.
Referencies en páginas web:
El aeropuerto de Palma de Mallorca: https://www.amicssonsantjoan.com/lepa-pmi2/
Las grandes crisis en España: https://www.expansion.com/2013/05/04/economia/1367690914.html
Las 14 recesiones de los últimos 150 años. https://www.bbc.com/mundo/noticias-53303499
Imagen de cabecera: Aeropuerto de Palma (Son Sant Joan). Fuente: AENA.