Introducción: de la ciudad romana en la ciudad moderna

En esta primera parte de la autobiografía de Palma queremos hacer un rápido recorrido por aquellas etapas por las cuales ha pasado la ciudad –desde que la fundó el cónsul romano Quinto Cecilio Metelo en 123 aC hasta llegar al siglo XX-, y por aquellos hechos que han dejado una impronta relevante que hoy todavía podemos ver o constatar.

En este recorrido se pondrá de manifiesto una cosa que es obvia, que cuanto más nos acercamos en el Siglo XX más información tenemos sobre hechos históricos, calles, edificios, etc. Sea porque todavía perviven, o porque tenemos mucha documentación sobre ellos.

Después de la fundación de Palma por los romanos nos encontramos ante siglos oscuros sobre los cuales hay poca información. Lo que si sabemos con certeza es que Palma ya tenía en época musulmana un parecido fácil de reconocer hoy en día. El principal legado de los musulmanes a la ciudad fue el tramado de sus calles y plazas, que forman hoy uno de los principales atractivos y encantos de Palma.

Ahora bien, la gran obra que marcará para siempre la ciudad la impulsó el rey Jaume II y sus sucesores, y sus grandes construcciones que constituyen su imagen más internacional: El Castillo de Bellver, La Llotja, la Sede, el Palacio Episcopal y la Almudaina.

Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, volvemos a encontrar dos obras de gran consideración, tanto por su función, como por su duración y su impacto sobre la ciudad: reconducir el lecho del torrente de la Riera del centro hacia las afueras de la ciudad, y construir la muralla renacentista, obra que duraría más de 200 años.

A pesar de la Revolución «agermanada» y las luchas intensas como las de Canamunt y Canavall, en esta época convulsa se acometieron otras obras de gran importancia. Entre las reformas que cambiaron la ciudad, y que hoy admiramos, hay que destacar las transformaciones de las fachadas y los patios de las grandes casas, muestra del aumento de la riqueza de la ciudad debido al éxito en el comercio mediterráneo.

Ya entrados en el siglo XIX, empieza a tomar importancia la modernización de la ciudad, y fruto de la revolución económica que suponen las desamortizaciones volvemos a ver como el centro se derruyen muchos edificios, se abren calles y se crean nuevas plazas que hoy forman parte de un paisaje urbano muy conocido, como por ejemplo la calle Conquistador y la plaza Mayor.

El proceso irreversible de modernizar la ciudad se intensificará a finales del siglo XIX con el derribe de la muralla ante la Llotja, en una primera etapa consistió en el derribo de casi la totalidad de la muralla.

A veces estas grandes transformaciones de la ciudad eran fruto de luchas entre diferentes fuerzas e intereses de ámbito europeo o español, que involucraban a los ciudadanos de Palma creando alianzas y divisiones. Muy pocas veces eran motivadas únicamente por nuestras propias necesidades locales. Esto demuestra que Palma siempre estuvo conectada a su entorno español e internacional.

Veremos todas estas transformaciones y explicaremos el contexto social y político de cuando se hicieron y qué eran las principales motivaciones, sus protagonistas, así como las ganancias y pérdidas que suponían para Palma.