Un paseo con Chaplin

Un paseo con Chaplin

Un paseo con Chaplin

Il·lustració: Toni Salvà.

Hoy me levanto en modo flâneur decidida a convertir mi deambular en una práctica lección del vagabundeo por la ciudad. En atención a clarificar las cosas, voy por partes. Dios Wikipedia nos sitúa. “El término flâneur procede del francés y significa paseante o callejero. La palabra
flânerie (callejeo, vagabundeo) se refiere a la actividad propia del flâneur: vagar por las calles, callejear sin rumbo, sin objetivo, abierto a todas las vicisitudes y las impresiones que le salen al paso”. ¡“Abierto a todas las vicisitudes”! La primera en toda la frente.

Recuerdan aquellos paseos, por llamarlo de alguna manera, cuando nos abrieron las rejas de nuestras casas y nos dejaron pasear por perímetros estrechos de nuestro barrio, a determinadas horas y por franjas de edad, es decir, cuando zonificaron, cronificaron y fecharon el paseo. ¿Paseo?
De eso nada. Aquello fue una suelta perimetral de fieras domesticadas y agradecidas. De eso ha pasado poco más de un año.

Como la cosa no va de recapitular ni de echar la vista atrás ni nada que se le parezca, vuelvo a situarme y a resituarme porque hoy me quiero indolente, con ganas de perder el tiempo y de abrazar esta ciudad que habito con los ojos abiertos. Hoy me afirmo a la mano de Charles Chaplin porque el paseo se pone difícil y necesito un buen compañero de remo. ¡Ya verán!

Salgo de casa, me pongo la mascarilla para montarme en el ascensor y al salir a la calle me la vuelvo a quitar, no sin antes comprobar que no me topo con un grupo. Si así ocurre, vuelvo a colocármela. En una ciudad de anchuras y estrechuras cada dos por tres, en una urbe que mira poco por los
paseantes y mucho por el coche, el meneo que llevamos Charles y yo con la mascarilla -se nos cae de la oreja porque con tanto quitar y poner, decidimos colgarnos una de sus bandas en la oreja a modo de bandolera, o sea, se cae al pavimento seguro-, y así de esta guisa avanza la extraña pareja.

Nos miramos y sin decirnos nada decidimos sortear el paseo por calles sin coches, las peatonales, los ejes, lo que ustedes quieran porque peatonal, peatonal, ¡poco! Chaplin, que siempre fue un pizpireta valiente, se lanza a degüello a la conquista de su derecho al espacio público. Se enreda
entre mesas y sillas que con la distancia de seguridad se han tomado libertades inusuales. La cacharrería es la dueña absoluta del espacio público, y encima ni paga impuestos. Yo lo pienso mientras Charles avanza en su paseo centímetro a centímetro. Quiere sortear el palé convertido en verja o en mesa vintage, una cutrería ¡para qué engañarnos!, y por los pelos no acaba empalado como Frida Kahlo, el corazón me da un brinco. ¡Viva el flâneurismo y sus “vicisitudes”!

Le arranco del Eje y nos echamos al paseo en busca de un banco público para tomarnos un respiro gratis total. ¡De eso nada! Aparecen los últimos de la cruzada a pedirnos unas monedas, la caridad bien entendida empieza por una oenegé. El mundo está muy achuchado, qué nos lo digan a Charles
y a mí. Él se saca del bombín unos euritos, y me sonríe. ¡Quién puede sustraerse a tanta ternura! Por si acaso, le agarro de la manga y seguimos con nuestro flâneurismo. En la deriva abierta a cualquier sorpresa, que así lo dispuso Walter Benjamin, hacemos del eslógan la calle para quien se la pasea nuestro hashtag de la jornada. Chaplin es un aplicado discípulo de lo más postmoderno y
me ha soplado al oído que se ha abierto un canal en You tube porque cree tener posibilidades como influencer. Le respondo que me bajo del tren de mercancías. Él agacha la mirada y en el suelo encuentra una flor. Me la da. ¡Momentazo! Alguien le ha sacado una foto. ¡Ya estamos en instagram, cachis! Charles lo has conseguido.

De vuelta a casa, exhaustos con el situacionismo de esta otra ciudad post, le invito a una birra. Chaplin prefiere un agua con gas; yo me lanzo a un cabernet para acabar el día Candilejas con acento francés en la boca. Se me olvidó relataros el momentazo encuentro con la jauría en Playa de Palma. Chaplin acabó con un ojo morado porque la manda quiso tener su propio hashtag, #cazaalpayaso.

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