Sillas para la nueva temporada

Sillas para la nueva temporada

Sillas para la nueva temporada

Ilustración: Toni Salvà.

Las instalaciones del artista Tadashi Kawamata se sirven de maderas desvencijadas, de materiales de desecho, de objetos abandonados para lanzar un gancho poético a la sociedad de consumo. Del japonés, que estuvo en Palma, recuerdo sus puentes, sus casas en los árboles y, sobre todo, sus torres de sillas amontonadas.
Tengo fijación con las sillas, siempre las miro, sobre todo si me las encuentro fuera de lugar, en la calle. Si los sofás son los primeros en ser arrojados a la vía pública, ellas van detrás. En los primeros ni se me ocurre sentarme; en ellas no lo hago porque me reprimo. Con la vuelta de tuerca a la ciudad confinada, desde la Ciudad Cuántica tomo asiento y les invito a inaugurar nueva temporada. Nuevo año. Siéntense. Hay sillas para todos, aunque seremos inflexibles con las distancias cortas.

Hemos estrenado traje viejo. Tras las gulas navideñas, los roces sociales, hemos alimentado al virus de tal manera que están las Unidades de Cuidados Intensivos y los hospitales a reventar. Ya no se habla de aplanar aquella famosa curva. No sé porqué si estamos casi igual de mal que en marzo o abril del 2020. No nos confinan pero casi. Se establecen unas medidas de alejamiento social que nos hielan el corazón. Filomena se ha encargado de helarnos el cuerpo.

En el primer día de la nueva vieja normalidad -tampoco se habla de eso ya-, es decir, este reciente miércoles, cerrados bares, restaurantes, gimnasios, hoteles -pero ¿quedaba alguno abierto?-, grandes superficies, me echo a la calle. Quiero ver la cara, las uñas y los dientes, de esta ciudad que amo, quiero ver si hay vida y cómo se manifiesta su biología. La veo microscópica porque tengo que recurrir a mis recuerdos para regresar a la ciudad que ya no existe, y mis recuerdos se parecen cada vez más a los átomos que están ahí pero no los vemos.

Mi ciudad existe, no es cuento, yo la conocí, hace apenas un año, un instante, el infinito, y era hermosa, incluso en sus errores que albergaban enormes posibilidades para mejorar. En mi ciudad uno se abrazaba, incluso se besaba en las esquinas, a escondidas porque los mallorquines somos austeros en efusiones públicas. A mi ciudad llegaban los Reyes Magos y nos caían a plomo caramelos cuando les veíamos pasar en la cabalgata. Este año, se han convertido también en un tutorial de zoom, una especie de holograma. Lo mismo les va a pasar a los santos Antoni y Sebastià.

Desde esas sillas abandonadas, arrojadas a unas calles tristes y solitarias, contemplo cómo la vida vuelve a hacerse intramuros porque hemos confundido la realidad con lo que pasa en la pantalla. Resulta menos nociva que la calle. Así que nos damos atracones de series , y ganan las que nos hacen viajar al pasado. Ya no queremos apocalipsis ni distopías porque vivimos en ellas. La calle es demasiado real y como nos contó Guy Debord, “todo lo que una vez fue vivido directamente se ha convertido en una mera representación”. Te invito a un café, burbuja mía, pero abrígate bien.

4 thoughts on “Sillas para la nueva temporada”

  1. Luisa C áceres Goyos dice:

    Sillas vacías que recuerdan quienes las habitaron.
    El re cuerdo vela pero no hace vivir la emoción del contacto.
    Tu texto me llevó a una artista colombiana Doris Sslcedo y sus performances con sillas en Bogotá y en Estambul. Dos acontecimientos violentos , dos epudofios de pérdida y destrucción. Sus sillas del Palacio de Justicia colombiano y en eEstambul, representan lo ausente, como toda obra.
    Hechos violentos, muerte, destrucción…
    No es este momento de la historia otra firma mas sutil que acribillarnos?

    1. Lourdes Durán dice:

      Gracias Luisa! Buscaré a Doris y sus sillas sobre la ausencia…. Sí las sillas vacías invitan a imaginar presencias habidas y a alentar nuevos asientos!

  2. Juan Segura dice:

    La Naturaleza se mueve en “el mucho”: muchos espermatozoides para que nazca un santo, muchas semillas en una granada, y muchas caricias para transmitir cariño…
    Recordaremos a Hitler, a Mao o a Stalin por los muchos muertos que provocó su contagiosa locura…
    A Búfalo Bill se le recuerda por sus muchos búfalos asesinados, y a la Inquisición por sus muchos inocentes torturados…
    Así pues, lo más probable sea que la incipiente depresión ciudadana sea producto de muchas nostalgias descarriadas…

    1. Lourdes Durán dice:

      La naturaleza se mueve lentamente pero nosotros tenemos prisa. Así nos va. Gracias Juan

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